Pedro Sánchez, el candidato ganador de la moción de censura que derribó al carcomido gobierno conservador de Mariano Rajoy, acaba de designar a los miembros de su Gabinete, escogiendo concienzudamente las personas que lo compondrán.
El flamante Gobierno socialista tendrá 17 ministerios, la mayor parte de los cuales estará dirigido por mujeres, incluida la única vicepresidencia, adjudicada a Carmen Calvo, doctora en Derecho Constitucional, exministra de Cultura y firme defensora de la igualdad entre hombres y mujeres. Además del presidente, sólo seis hombres forman parte del Ejecutivo, en el que sorprenden dos nombres. El astronauta Pedro Duque, en la cartera de Ciencia, Innovación y Universidades, y el juez Fernando Grande-Marlaska, en Interior, ambos independientes en el PSOE. También es llamativo Josep Borrell, en Exteriores, que constituye un mensaje diáfano contra las pretensiones de internacionalización del conflicto catalán, porque será difícil argüir victimismo independentista en el extranjero con un encargado de política exterior catalán, de sobrado prestigio y constitucionalista. Y una extrañeza: el titular de Cultura y Deporte, Máxim Huerta, un periodista y escritor que reniega hacer deporte, como ejemplo de que la cultura ha dejado de ser instrumento creativo de conocimiento y emancipación para devenir espectáculo mediático. Quedan dos varones más: Luis Planas, un reputado experto en los asuntos que le conciernen, Agricultura, Pesca y Alimentación, y José Luis Ábalos, cuya lealtad al presidente, control del aparato y buen hacer para aupar a Pedro Sánchez a la secretaría general del PSOE y a
Carmen Calvo, vicepresidente del Gobierno |
Pero lo que más impacto ha causado ha sido la configuración
femenina del Gobierno, en el que las mujeres acaparan once carteras, con el
propósito de exhibir el compromiso con la igualdad que ya había manifestado en
múltiples ocasiones Pedro Sánchez. De hecho, este Gobierno supera la paridad
que la izquierda suele respetar en la formación de ejecutivas orgánicas o
gubernamentales, para convertirse en el Gobierno con más presencia de mujeres
de Occidente. Ocupan puestos de enorme peso y trascendencia, razón por la que
sus titulares fueron seleccionadas por su experiencia y capacitación
profesional, además de ser expertas en la materia que han de abordar de
inmediato. Las responsables del área económica, Nadia Calviño (Economía)
y María Jesús Montero (Hacienda), encarnan la ortodoxia en el
compromiso por la estabilidad económica y financiera que España ha asumido ante
las autoridades europeas e internacionales para afianzar el proceso de
recuperación tras la crisis económica. Una estabilidad necesaria para la
creación de empleo, y que éste sea de mayor calidad y menor precariedad.
En puestos clave figuran Dolores Delgado, una fiscal experta en la lucha contra el
terrorismo y valedora de la justicia universal, que asume la cartera de Justicia; Margarita Robles, exjueza y exmagistrada del Tribunal Supremo,
llega al Ministerio de Defensa
desconociendo los motivos por los que se venden fragatas a Arabia Saudí, pero
generando menos reticencias y sin el dogmatismo (banderas a media asta en
Semana Santa) de la titular saliente. Magdalena
Valerio accede a otra cartera estratégica socialmente, Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, en la que deberá revertir
las políticas más regresivas en materia laboral del anterior Gobierno. Otras
áreas en manos femeninas son Industria,
Comercio y Turismo, de la que se ocupa Reyes
Maroto, profesora asociada de Economía en la Universidad Carlos
III, Isabel Celaá, exconsejera vasca
en los gobiernos de Patxi López, que se hará cargo de Educación y Formación Profesional y de dar la cara como portavoz
del Gobierno; Carmen Montón dirigirá
Sanidad, Consumo y Bienestar Social
con el bagaje que trae de su paso como consejera valenciana en estos mismos
asuntos, demostrando ser contraria a las privatizaciones y a los lobbies
farmacéuticos; y Teresa Ribera,
ministra para la Transición Ecológica ,
confuso nombre para el departamento encargado de Energía, Cambio Climático y
Medioambiente. Mención especial merece la titular de Política Territorial y Función Pública, Meritxell Batet, que desde su despacho ministerial deberá afrontar
el “problema” de Cataluña, de donde es originaria, para encauzarlo por la senda
de la legalidad y normalidad institucional, haciendo uso de sus simpatías
federalistas y sus relaciones con los actores de la política catalana.
Los rostros del nuevo Gobierno |
En definitiva, son 17 carteras ministeriales –cuatro más que
las del anterior Ejecutivo- para un Gobierno cuya solvencia, capacidad e
idoneidad no se cuestiona, pero que resultó elegido para erradicar la corrupción
institucional y partidista que representaba el Partido Popular (PP) y convocar
elecciones en cuanto la situación lo permitiera. La excusa que ha justificado
la moción de censura presentada por los socialistas ha sido la corrupción que
anidaba en el PP y la incapacidad de esa formación para asumir
responsabilidades, creyéndose perdonada por el voto de los ciudadanos. La
sentencia del caso Gürtel, que
culpabilizaba por primera vez a un partido político por su participación, aun a
título lucrativo, en la corrupción, causó tal indignación que aglutinó el voto
mayoritario del Congreso en torno a esa oportuna moción de censura socialista.
Había que orear el enrarecido ambiente político que la corrupción del PP había
provocado y oxigenar con ética y decencia el ejercicio de la política.
Pero, tal como está diseñado, el Gobierno de Pedro Sánchez
parece exceder tales cometidos y abrigar la intención de completar la
legislatura antes de devolver la voz a los ciudadanos para que decidan. La
solidez de su composición está enfocada a demostrar voluntad de persistencia,
mediante una gestión eficaz y progresista, todo lo que le sea posible, a pesar
de que no dispone de mayoría en el Parlamento que le asegure la permanencia que
desea. Su presentación ante los medios transmite la sensación de ser demasiado Gobierno
para tan poca legislatura y maniatado por un Presupuesto del anterior
Ejecutivo. Es decir, demasiados condicionantes y obstáculos para la ardua tarea
de perdurar lo que resta de legislatura, puesto que su legitimidad, hasta que
unas elecciones la validen, pasa por impulsar medidas de prevención, lucha y
extirpación de toda corrupción e irregularidades que afloren en la “cosa
política”, ya sea en las instituciones o, cuando menos, en el partido
socialista, que precisamente gobierna con ese cometido tras ganar su moción de
censura.
Pedro Sánchez |
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