Hoy, la sonrisa matutina con la que la prensa nos saludaba cada día se ha transformado en un rictus de amargura, desolación y orfandad por la muerte del dibujante de humor gráfico más grande, querido e influyente del país durante décadas: el genial Forges. Esta madrugada, sin avisar ni molestar, ha fallecido Antonio Fraguas de Pablo, más conocido por Forges, la firma que aparecía en la esquina inferior derecha de esas viñetas que han acompañado la existencia de varias generaciones de españoles y que hacían de este rancio país un lugar más llevadero y menos intolerante, en el que podíamos reírnos de nuestras manías, de las acrisoladas tradiciones más espantosas y de las preocupaciones y limitaciones que por un instante parecían de chiste.
A partir de hoy nos quedamos huérfanos, como sus Blasillo, Concha, Mariano y demás personajes siempre narigudos, con gafas y miradas sarcásticas, y sin esa válvula de escape que aligeraba la presión de un país, paisaje y paisanaje a punto de estallar, a ratos, o demasiado circunspecto y gris, la mayoría de las veces. Quedan para el recuerdo aquellos “monos” que publicaba diariamente en la prensa, que con un par de trazos constituían un editorial sobre la actualidad mucho más claro y preciso que los elaborados con palabras, y sus inolvidables colaboraciones en
Viñeta que dedicó a su colega Mingote. |
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