miércoles, 14 de febrero de 2018

No hallo respuestas


¿Qué hacemos mal para que pasen estas cosas? ¿Por qué permitimos estas situaciones? ¿Por qué no reaccionamos como sociedad ante estas imágenes? ¿Tan grave es nuestra atrofia social para que estos hechos no nos muevan siquiera a la compasión? ¿No existen mecanismos para socorrer a estas personas y paliar sus desventuras? ¿Qué les empuja a la intemperie, sin más protección que viejas mantas y unos cuantos cartones? ¿Cuáles son las causas que hacen que una persona acabe “sin techo”, durmiendo en la calle, sin que él mismo ni sus familiares, compañeros del trabajo, amigos, conocidos, vecinos, desconocidos, gobiernos y administraciones, organismos u entidades sociales puedan impedirlo? ¿No se puede hacer nada por evitar que nadie termine tirado en la invisibilidad pordiosera de las aceras?

¿No es posible tener vigilantes, como en cualquier zona azul, para detectar a los desposeídos de familia, trabajo y recursos que acaban abandonados a su suerte? ¿Tan descabellado es disponer de medios policiales para, en vez de multar vehículos, denunciar las circunstancias en que se encuentran los “sin techo” de la calle? ¿Para qué sirven tantos ministerios o consejerías sociales, organismos no gubernamentales, las beneficiencias, la caridad hipócrita de las iglesias y todos los impuestos recaudados con la casilla de “otros fines sociales” que no logran impedir la calamidad de los que carecen de dignidad en la subsistencia? ¿Qué ética impera en nuestra sociedad y qué moral guía a los ciudadanos a la inacción y la desafección humanitarias?

¿A qué deidad elevamos nuestras plegarias y a qué poderosos dirigimos nuestras peticiones para que hagan oídos sordos y permanezcan ciegos a tanta necesidad de ayuda y solidaridad? ¿Hasta cuándo nuestra impasibilidad y la de nuestros gobernantes con una sociedad y un sistema económico que beneficia lo material y olvida lo humano, y cuyo único objetivo son las ganancias y no las personas? ¿Hasta cuándo nos doblegaremos ante tamaña injusticia e inmoralidad que deja tirados en la calle a los que nada tienen, ni siquiera un techo bajo el que dormir? ¿Qué nos está pasando? ¿Por qué consentimos esto que genera más preguntas que respuestas? ¿Por qué, incluso, ya ni hacemos preguntas ni nos planteamos estas cuestiones? ¿Tan ajenos somos a su soledad y desventura? ¿Estamos libres, acaso, de correr la misma (mala) suerte?
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Nota: Curiosamente, estos sin techo se "acurrucan" junto a las dos instituciones imprescindibles de la sociedad: las entidades bancarias y los hospitales. Fotos del autor.     

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