domingo, 4 de septiembre de 2016
Apurando el ánimo
No sé cómo se apura algo intangible como el ánimo, pero es la imagen que
mejor describe la sensación que me embarga cuando experimento que una etapa se
agota y otra no acaba de presentarse en el horizonte. Y no me refiero sólo a la
situación política que vivimos en la actualidad, sino al momento emocional en
que me hallo. Siento que atravieso un período de cambios ineludibles del que
ignoro qué me deparará mañana. El vértigo que me produce este remolino de
sensaciones incontrolables sólo puedo afrontarlo exprimiendo el ánimo del que
hasta ahora he hecho gala: el de un optimismo con el que hacer frente al
pesimismo fatalista. Confiar siempre en que todo saldrá bien y dejar caer en el
olvido lo que no pudo ser. Por eso, en estos momentos tan delicados para mí y
para el país, apuro el ánimo, imaginando que finalmente se impondrá la
racionalidad en lo que vaya a suceder, en beneficio de todos, y en la relativa
benignidad en el acontecer de mi futuro próximo. No lo puedo remediar, soy así
de tonto.
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