Cuando toda crítica y cualquier disenso de la política económica neoliberal, implementada entre otros por el Gobierno del partido Popular para presuntamente combatir la crisis financiera, son rechazados de plano y las alternativas que se proponen en sustitución se consideran fruto de tendencias radicales, puede pasar que se extienda tal calificación a propuestas y organizaciones de contrastada seriedad y solvencia internacional que alertan sobre las negativas consecuencias que se derivan de unas iniciativas empecinadas en ignorar y marginar aún más a los desfavorecidos y humildes de la sociedad. Es lo que tienen las actitudes dogmáticas e inmovilistas, incluso en el campo de la economía: son incapaces de ser flexibles y aceptar opciones diferentes que favorecen al conjunto social y no a una minoría privilegiada, sumamente rica y poderosa.
Para quienes no admiten ninguna desviación de la política
económica aplicada hasta la fecha, basada en una austeridad absoluta en el
gasto y la inversión pública, supondrá un enorme disgusto los sendos informes
que Intermón Oxfam –una ONG nada
sospechosa de izquierdismo radical- y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) –la agencia de Naciones
Unidas dedicada a promover la justicia social y el reconocimiento de las normas
fundamentales del trabajo- han dado a conocer para alertar del precio en
desigualdad y pobreza que se les hace pagar a amplias capas de la población por
atender y satisfacer exclusivamente los intereses del mercado y el capital.
La evasión y elusión fiscal en España, por la que se desvían
a paraísos fiscales más de 59.000 millones de euros por parte de empresas y
grandes contribuyentes, ocasiona un deterioro a las arcas del Estado que todas
las reformas y ajustes acometidos es incapaz de compensar. Una actitud egoísta
de los pudientes que, según Intermón Oxfam, aprovechan un entramado de paraísos
fiscales creado para privilegiar a los que disfrutan de una economía al
servicio de ellos, de ese uno por ciento de ricos que concentra más riqueza que
35 millones de personas en nuestro país. No es de extrañar que, con esas políticas
y actitudes insolidarias, España sea el país donde más ha crecido la
desigualdad de ingresos y el número de personas pobres y en riesgo de exclusión,
convirtiéndose en el cuarto país más desigual de la Unión Europea. Más de tres
millones de personas viven actualmente en la pobreza, el doble que en 2007,
como consecuencia de decisiones políticas y económicas erróneas que castigan
fundamentalmente a los más débiles de la sociedad. Y es que justamente en
momentos de crisis como el que estamos viviendo, cuando se necesita proteger a
los más desfavorecidos, es cuando se adoptan iniciativas contrarias al interés
general que sólo benefician a los afortunados que más recursos disponen. Esta denuncia
de Intermón Oxfam tiene que doler, por tanto, a quienes promueven tanta
injusticia y, para que no se conozca, se dedican a tachar de radicales a los
que se quejan.
Son los mismos a los que se les llena la boca de hablar de
una “recuperación” que apenas ha conseguido reducir el paro en España, puesto
que la creación de empleo se basa, en virtud de esas políticas y “reformas”
económicas, en contratos mayoritariamente temporales que lo único que han
provocado es un mercado laboral caracterizado por la precariedad. Precariedad
del empleo, precariedad de las condiciones laborales y precariedad salarial
que, para colmo, han producido lo que se ha dado en llamar “trabajadores pobres”,
aquellos que no disponen de una remuneración suficiente respecto a sus
necesidades y se ven progresivamente abocados a la exclusión social. Una
situación de la que alerta la OIT
al advertir en su informe del aumento elevado número de familias en riesgo de
situarse por debajo del umbral de pobreza, cifra que subió del 27,3 % en 2013
al 29,2 % en 2014.
Sin embargo, los promotores de semejante “austericidio” en
nuestro país siguen desoyendo todas estas alarmas provenientes, no de
adversarios políticos nacionales, sino de organismos internacionales preocupados
por la deriva de las desigualdades y la pobreza en el mundo a causa de las políticas
económicas de gobiernos como el nuestro, atentos sólo a los intereses del
mercado y de los detentadores del capital. Tal es su ceguera dogmática que ni
siquiera aprecian, muchos menos atienden, las alarmas que entidades caritativas
como Cáritas elevan sobre las consecuencias de abandonar a su suerte a miles de familias españolas sin recursos, sin ayudas y sin ninguna posibilidad
de mejora que estas nuevas condiciones económicas imponen. Y es que, a juicio
de los fanáticos del neoliberalismo, todos los que no acaten las decisiones
gubernamentales en materia social y económica obedecen a un izquierdismo
radical cuyos postulados son nefastos y perjudiciales para sostener y
continuar la “recuperación” de España. Se entiende que aluden a “su” recuperación,
la de los ricos y pudientes que se benefician de todas estas medidas causantes
de desigualdad y pobreza en nuestro país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario