sábado, 27 de septiembre de 2014
¡Perdonen que me levante!
Me despierto. Temprano. No tengo que trabajar pero mantengo la costumbre, a pesar de ser día de descanso. ¡Qué curioso! Descansar: una falacia. Se descansa trabajando, no haciendo nada. Es curioso que el ocio se defina como hacer nada. Un oxímoron. Como no trabajar y madrugar: un contrasentido. Sin embargo, la vida está repleta de contrasentidos, de costumbres y obligaciones que nos definen y atrapan. Vivir para trabajar, trabajar para vivir. Cuántas palabras para expresar majaderías, absurdos que sólo denotan que estamos hechos de lugares comunes, de ataduras, de rutinas, de contradicciones. Son ellas, mis contradicciones, las que me despiertan cuando no tengo que madrugar y me hacen remolonear en la cama cuando he de saltar de ella por obligación. Así somos, así soy. Una tripa llena de oxímoron o de oximorones, si pudiera escribirse en plural, que no lo he consultado. Para qué. Nos entendemos. Entiendo cómo soy y entiendo lo que digo. No sé si quien lee entenderá algo. Demasiado lío tan temprano. Demasiado pensar con el cerebro recién enchufado a la vigilia, sin siquiera un café para lubricar las conexiones nerviosas por las que discurren ideas, ocurrencias, pensamientos. Un lío mental. Despierto. Temprano. Vivo. ¿Se necesita algo más? Consciencia: manera culta de conciente. Consciente de mis contradicciones y explorarlas con divagaciones inútiles. Una manera de ser. Tan genuina como la de cristianizar nativos del fin del mundo para que consuman nuestros productos antes de que se vayan al cielo. Al nuestro, al de la cruz, no al de sus dioses paganos. Si ésta os parece lógica, aquella también. Aunque sea temprano. Y estemos despiertos. Contradicciones que hacen normal muchas aberraciones, y anormales nuestra humilde normalidad. Como pagar para ser austeros o convertirnos en pobres para que los ricos sean más ricos. Oxímoron de la vida colectiva y absurdos de la lucha particular. Consciencia de la opresión. Aunque sea temprano. Esté despierto. Y resulte contradictorio. ¡Un asco!
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