Pedro Sánchez, nuevo líder del PSOE |
Hay que recordar que nos alejábamos de la actualidad cuando
los socialistas españoles elegían, a través de votaciones primarias, a su nuevo
secretario general, todo un síntoma de las reacciones con las que se intenta
alejar el fantasma de la desafección que atemoriza a los partidos políticos más
“sólidos” de nuestra democracia. El candidato “previsto” con las simpatías de
las federaciones consiguió el triunfo, arrollador en Andalucía, y fue designado
líder del PSOE tras las inevitables “negociaciones” con los “barones” para
repartir butacas en el Consejo Federal, máximo órgano ejecutivo entre
congresos. Pedro Sánchez, un joven economista madrileño de 42 años, toma las
riendas del principal partido de la oposición, sustituyendo al histórico
Alfredo Pérez Rubalcaba, con la tarea ingente de aupar esta formación al Poder.
Para ello, además de “apretar” las filas partidistas en torno a proyectos
creíbles y renovadores, deberá recuperar la confianza de los ciudadanos. Un
reto mayúsculo para el poco tiempo que resta antes de las próximas elecciones
generales, aunque disponga de la “ayuda” del partido en el Gobierno que
continúa culpando a los españoles de la crisis económica y castigándolos con el
empobrecimiento por ello. A finales de 2015 o principios de 2016 comprobaremos
si lo consigue.
Restos del avión derribado en Ucrania |
Y es que, nada más poner los pies sobre la arena de la
playa, nos desayunamos con que los rebeldes separatistas prorrusos de Ucrania
derriban un avión comercial de Malaysia Airlines, que sobrevolaba aquellos
cielos supuestamente seguros en ruta entre Amsterdam y Kuala Lumpur, matando a
sus 298 pasajeros. Nadie pudo sobrevivir al impacto de un misil balístico
tierra-aire que destruyó totalmente el aparato, cuyos restos se esparcieron por
los alrededores de Donetsk, en el este de Ucrania, cerca de la frontera con
Rusia, región donde se libran combates entre las fuerzas gubernamentales y los
rebeldes. No fue un accidente. Se trató, evidentemente, de una calculada provocación
que se inscribe en la disparatada lógica de una guerra, y no la causa de ningún
error de identificación de objetivos militares. Es sumamente fácil disparar a
un avión comercial indefenso, en vuelo rectilíneo e incapaz de realizar
maniobras evasivas, que da tiempo a identificar y de recabar todas las
autorizaciones pertinentes de la jerarquía de mando, que finalmente ordena
disparar. Es, simplemente, un masivo asesinato intencionado de inocentes que
cuenta con la aquiescencia y el apoyo de la madre Rusia en su empeño por volver
a levantar su caduco imperio, recuperando a las antiguas repúblicas socialistas
soviéticas, incluso a la fuerza. Se enciende así un conflicto que parecía
inimaginable en estos tiempos y a las puertas orientales de Europa. Y es que la
crueldad y la locura de cualquier guerra no entienden de épocas ni de lugares
cuando prende la mecha que desata su sinrazón. Las víctimas se transforman en
“daños colaterales”, como los pasajeros de ese avión civil, sin que interpelen
a la conciencia ni a la ética. Todo queda justificado en nombre de la guerra,
incluido hasta el no tener excusa para matar.
Víctimas palestinas de Gaza |
Eso es algo que queda claramente de manifiesto en otro de
sus escenarios más apetecidos, allí donde reincide con periódica saña cainita,
como si fuera un campo de entrenamiento donde se amortiza armamento caduco
amontonado en los cuarteles y se ensayan nuevas armas más mortíferas. Me
refiero al “conflicto” desequilibrado que libran Israel y Palestina. En
venganza del secuestro y asesinato de tres jóvenes judíos en Cisjordania,
Israel la emprende con toda su maquinaria militar contra la franja de Gaza,
invocando su derecho a la defensa. Tras más de mil muertos palestinos,
bombardeados por tierra, mar y aire, la comunidad internacional –léase EE UU-
pide a Israel que modere su “derecho de defensa” y se avenga responder
cualquier agresión de manera proporcionada. No es una exigencia sino un ruego
que, naturalmente, las autoridades judías se pasan por el forro, mientras
continúan “aplicando” una política de extrema dureza contra lo que consideran
“enemigo” y terroristas: el movimiento Hamás, que controla la franja de Gaza,
desde donde lanza sus cohetes caseros contra Israel, sirviéndose de túneles y
pasadizos que horadan el territorio para ser invisibles a los ojos electrónicos
de la inteligencia israelí. Ya es la segunda escuela de la ONU en Gaza, utilizada como
refugio, la que Israel destruye a base de bombas -además de comercios,
viviendas y hospitales-, sin importarle si allí buscan protección hombres,
mujeres y niños ajenos a los combatientes islámicos, lo que aumenta el número
de víctimas civiles. Ejercen el derecho a la defensa. Es lo que no dejan de
esgrimir ante cualquier protesta de lo que es, a todas luces menos a los ojos
judíos, una masacre impúdica que aniquila al pueblo palestino de forma impune. Legítima
defensa bélica, otra vez en los aledaños europeos y en la costa de un mar que
nos es común, que se salda, a 31 de julio, con 1.400 palestinos muertos y 56
soldados israelíes caídos en combate. Son los “daños colaterales” del derecho a
la defensa de la enésima reactivación de un “conflicto” sin sentido y sin
voluntad de alcanzar la paz.
Y por si no tuviéramos suficientes muertos, otro avión deja
un reguero de fallecidos en una zona desértica de Malí, donde pierden la vida
sus 118 ocupantes. Las causas del accidente se desconocen y, sin descartar
ninguna hipótesis, proliferan las más estrambóticas historias de espionaje,
atentados y secretísimas acciones militares. Hay material para ello. El aparato
cubría el trayecto entre Burkina Faso y Argel y pertenecía a una desconocida
compañía aérea española, Swiftair,
que lo había alquilado a la argelina Air
Argerie. Se trata de una nave con largo historial de matriculaciones, ya
que había pertenecido anteriormente a tres aerolíneas -egipcia, irlandesa y
colombiana-, además de la española, desde que comenzara a prestar servicios en
1996. Francia, que tiene un contingente de 1.600 militares desplegados en Malí
para apoyar a las fuerzas malíes y a la MINUSMA (Misión de la ONU en Malí) en su lucha
contra grupos armados terroristas y para ayudar a las autoridades a estabilizar
el país, asume la investigación del accidente, la recuperación de las cajas
negras y la repatriación de las víctimas al país galo, donde las honrará con un
monumento. Vistos en conjunto y sirviéndose de una buena trama, serían
elementos muy atractivos para una novela de John le Carré.
Afortunadamente no tan sangrienta, también en nuestro país
la actualidad no ha sido una balsa de aceite, sino una marejadilla no apta para
navegantes aficionados. Para ir mentalizando al personal de cara al otoño, se
anuncian más recortes. Aún más que vendrán de la mano de nuevas “reformas” que
nos pondrán en condiciones de ser merecedores de la famosa recuperación que ya
disfrutan los pudientes, los que jamás padecen ninguna crisis ni las medidas puestas
en marcha para afrontarlas. ¿Qué más nos podrán quitar con tal de ajustar el
déficit a lo dictado por la troika de
Bruselas? Si tiene alguna idea, no la exprese: puede que el Gobierno no la haya
tenido en cuenta. Ya trabajamos más, cobramos menos, tenemos menos prestaciones
y nos limitan o suprimen derechos. Por lo pronto, se elabora una nueva Ley de
Propiedad Intelectual que obligará pagar por los enlaces en Internet, según el
proyecto aprobado en la
Comisión de Cultura del Congreso que se remitirá al Senado en
otoño y que se estima entre en vigor en 2015. Impondrá la llamada “tasa Google”
por la que los agregadotes de noticias tendrán que pagar a los editores por
difundir sus textos (total o parcialmente). Si cree que no le afectará como
usuario particular, es usted un ingenuo, pues más pronto que tarde repercutirán
en su bolsillo las futuras descargas en Internet. Luchar contra la piratería
será cosa parecida al reciclaje de plástico: usted pagará las bolsas. Ninguna
empresa asume nuevos gastos sin trasladarlos al consumidor.
Jaume Matas |
Pero no todo es negativo, también surgen chispazos
esperanzadores en la realidad. Jaume Matas, expresidente de Baleares por el PP y
exministro de Medio Ambiente de Aznar, ingresa en prisión “caritativa”, de sólo
9 meses, por tráfico de influencias. Algo es algo. Aún tiene varios juicios
pendientes por corrupción. Será el segundo ministro que visite la cárcel, tras
José Barrionuevo y su condena por el secuestro de Segundo Marey, perpetrado por
los GAL. Parece que próximamente otros correligionarios seguirán la misma
suerte, como Carlos Fabra, expresidente de la Diputación de
Castellón, también del PP, por delitos fiscales; José Luis Baltar, expresidente
de la Diputación
de Orense, su “empresa privada” que deja en herencia a su hijo, condenado por
prevaricación e inhabilitado (no pisará la cárcel porque ya está jubilado, el
pobre); los exalcaldes y exparlamentarios imputados en la primera época del caso Gürtel, como Alberto López Viejo, Guillermo
Ortega, Jesús Sepúlveda, a los que se unen otros 45 compañeros, entre ellos los
extesoreros del PP, Luis Bárcenas, Ángel Sanchís y Álvaro Lapuerta, y los
cabecillas de la trama, Francisco Correa y Pablo Crespo, sobre los que el juez
de la Audiencia Nacional ,
Pablo Ruz, aprecia indicios de once delitos, once, en la parte de la
investigación ya concluida y lista para el enjuiciamiento como pieza separada.
Si eso no es signo de podredumbre en el partido gobernante, en el que se
constata la existencia de una caja b de dinero negro y financiación irregular, que
venga Rajoy a negarlo, salvo, por supuesto, una pequeña parte.
Jordi Pujol |
Claro que en
todas partes cuecen habas. El PSOE tiene un grave problema con los ERE y los cursos de formación en Andalucía, en el que están implicados hasta los sindicatos. Feo asunto que la juez Alaya no suelta aunque existan aforados que obligan al traslado de la causa al Supremo. Menos sorprendente es que personas tan “molt honorables” como Jordi Pujol, expresidente de la Generalitat y líder
histórico del nacionalismo catalán, acaben ahora confesando haber estado 34
años evadiendo dinero a paraísos fiscales. No es sorprendente porque declara oportunamente
su culpabilidad cuando sus hijos y su mujer son objeto de sendas
investigaciones policiales por supuestos delitos fiscales y tráfico de
influencia, como si buscara desviar la atención a los que rastrean
corruptelas en su familia. Y, además, porque llueve sobre mojado en un político que ya tuvo
sus problemillas con Banca Catalana. Al parecer, en la política española quien
no roba es manco... o tonto. ¿Habrá alguien honrado en este país que no intente
sacar provecho de lo que no es suyo?
James Garner |
No hay comentarios:
Publicar un comentario