martes, 12 de agosto de 2014
No hay mayor violencia que la deshumanización de un niño
No hay mayor atrocidad que la que impregna en un niño el odio y el fanatismo inhumano del terrorismo. No hay mayor aberración que la maldad que sustituye la protección paternal por la banalización de la vida humana y la muerte. No hay mayor fanatismo que el que destruye la inocencia de un niño para convertirlo en una bestia asesina que no sabe lo que hace. No hay mayor violencia que el terrorismo -decía Reyes Mate*-, sea yihadista, etarra o nazi, porque degrada al ser humano. Contemplar esta imagen es asistir a la deshumanización incomprensible del ser humano, ver con horror cómo a un niño se le empuja por el sumidero de la animalidad irracional más absurda y depravada. No se puede mirar esta fotografía sin sentir una sacudida brutal en la conciencia de los que no padezcan sensibilidad entumecida o la razón abotargada. Porque hay una violencia mucho mayor que la de matar por matar, por odio, por hambre, por venganza o por cualquier excusa de guerra: es la que utiliza la vida humana al servicio de un fin político, la que pone una idea por encima de la vida declarada insignificante del otro, la que sirve a ideales que destronan la humanización de la persona, de la especie humana, de un niño. No hay mayor crimen que empujar a un hijo por el sumidero de la deshumanización para instalarlo en el modo de ser de la animalidad, para que disfrute con una cabeza humana como trofeo. Da asco, no ese niño, sino la mentalidad obtusa y el fanatismo ciego de un padre que prefiere una bestia a un hijo.
* Reyes Mate, La piedra desechada. Editorial Totta, Madrid, 2013.
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