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Foto. maravilladeespana.blogspot.com |
Iniciamos este mes con resignación porque agosto maltrata a
los que lo sufren en la ciudad, no sólo por las temperaturas que hacen hervir
el día, sino también por el abandono al que te confina no poder acudir a tus
sitios habituales o predilectos, la mayoría de ellos cerrados por vacaciones. Vivir
la ciudad en agosto es resignarte a vivir contigo mismo, sin más escapatoria
que encerrarte en tu casa a esperar que la noche refresque las baldosas de la
calle para que no derritan la suela del calzado. Cines y centros comerciales
atraen tus pasos simplemente porque disponen de aire acondicionado, pues ni las
películas ni los escaparates despiertan interés alguno. El sol madruga y
trasnocha, alargando el castigo diurno y comprimiendo las noches a un suspiro
que apenas deja que te recuperes del agobio del calor y de la anomia canicular.
Sólo te queda la resignación de aguantar que septiembre sea puntual y no demore
el despertar de la actividad callejera ni el ánimo de quien sobrevive este mes
con estoicismo. Es la resignación de agosto para quienes lo soportan en la
ciudad.
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