Me arrancan del sueño unas sirenas que rompen la noche y
alarman al durmiente. Incisivos sonidos circulares que avisan del paso de
vehículos que identificamos, mientras nos despertamos, con coches de bomberos,
ambulancias o policías. Cada vez más diáfanos, aguzamos el oído para detectar
su destino y nos inquieta la probabilidad de la cercanía. Pero no es hasta que percibimos
voces y ruidos en el silencio de la noche cuando abandonamos las sábanas para
comprobar la inmediatez del peligro que nos desvela. Y volvemos a la cama tras
escrutar en medio de la oscuridad luces, fogonazos y humo al otro lado del
parque pero que nuestros sentidos se empeñaban en ubicar demasiados próximos,
avivando temores desmesurados. Eran sirenas en mitad de la noche que nos quitan
el sueño.
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