Líderes de las tres derechas en Andalucía |
El Gobierno de derechas de Andalucía -de dos cabezas y una
cola de intenso pelaje azul-, que hace menos de seis meses desalojó a los
socialistas del poder tras detentarlo durante 36 años ininterrumpidamente, no
hace más que presumir de medidas de fuerte contenido social, mucho más sociales
que las de los socialistas, con las que intentan ocultar su ideología política
y sus intenciones neoliberales de adelgazamiento de la Administración Autonómica
respecto de lo que consideran “gasto” o “despilfarro”, destinado a corregir
desigualdades o brindar oportunidades a los más desfavorecidos. Llama la
atención ese afán por destacar en lo que siempre ha despreciado y menos le
importa a la derecha: invertir recursos públicos en medidas supuestamente
sociales o “progresistas”. Incluso, hace uso de esa etiqueta (“los más sociales
de la historia”) para calificar al proyecto de Ley de los primeros Presupuestos
que el Gobierno, formado por el Partido Popular y Ciudadanos, ha remitido al
Parlamento andaluz para su trámite y aprobación, encontrándose no sólo con el
rechazo de la oposición, sino con una enmienda a la totalidad de Vox, la
formación de ultraderecha, su socio parlamentario y, por tanto, la cola inseparable
del Ejecutivo.
Como cabía esperar tras el teatral desencuentro, al final los
ultras retiraron su veto a los Presupuestos andaluces una vez ejecutado el trueque
de cromos que realizaron en Madrid los líderes de estas tres derechas para
acordar exhibir una complicidad menos hipócrita entre ellas en aquellos
municipios y gobiernos regionales donde puedan repetir el “modelo andaluz” de explícita
tricefalia, pero ya sin cola: repartiéndose cargos y prebendas. Y es que esa cola
indisciplinada constituye en realidad la cabeza del león, en tanto en cuanto domina
el quehacer gubernamental, imponiéndole las metas e iniciativas a seguir
(violencia intrafamiliar, quitar recursos a la inmigración, reducción de
“chiringuitos” de la Administración, etc.), como acaba de demostrar en
Andalucía a la hora de condicionar los Presupuestos de los próximos años. De
ahí que, ante la imposición por parte de Voz de “derechizar” cuanto antes la
realidad social y política de Andalucía, que sus socios asumen pero que preferirían
dosificar, el Gobierno del Partido Popular y Ciudadanos intenta exhibir una
máscara social que disimule sus reales intenciones conservadoras y
neoliberales. Pretende ocultar lo que hace cuando gobierna, como, por ejemplo, en
Madrid, Murcia, Galicia y Castilla y León, comunidad esta última donde, por
cierto, el PP acapara el poder desde hace 30 años sin merecer el insulto (a los
votantes) de “régimen” con el que calificó en Andalucía a los gobiernos del
PSOE. Allí, permanecer en el poder durante décadas, es democracia; aquí, tal longevidad
conseguida en las urnas, es sinónimo de “régimen” clientelar de votantes
sobornados. Así de descarada y faltona es la derecha.
Acuerdo para los Presupuestos |
Por eso, desde el primer minuto, el gobierno tricéfalo de la
Junta de Andalucía ha emprendido una campaña por aparentar ser el más “social” de
la historia. No hay duda de que sabe vender sus primeras iniciativas, las más
estratégicas y mediáticas, para ganarse la confianza de los ciudadanos. Así, ha
bonificado al 99 por ciento el Impuesto de Sucesiones y Donaciones que grava
herencias a partir del millón de euros. Se supone que era lo que demandaba la
ciudadanía, sobre todo los trabajadores y clases medias. Por el mismo motivo,
también ha descubierto, en un tiempo récord, que los anteriores gobiernos “maquillaban”
el volumen real de las listas de espera de la sanidad pública, razón por la que
ha puesto en marcha, con su correspondiente campaña mediática, un “plan de
choque” para reducir tales listas en los hospitales del SAS (Servicio Andaluz
de Salud) y, si fuera necesario, “externalizarlas” a clínicas privadas que
mantengan conciertos con la sanidad pública. Y como, al parecer, ya existe
financiación sin recortes (que impuso el Gobierno del PP de Mariano Rajoy en
2012), la derecha gobernante en Andalucía anuncia, a bombo y platillo, que los
nuevos contratos de eventuales en la sanidad serán, como mínimo, de seis meses
de duración; que ampliarán unas plantillas depauperadas precisamente a causa de
aquellos recortes; que pagarán horas extras sin límites; que adquirirán decenas
de TAC y Resonancias Magnéticas y, por supuesto, que suspenderá de inmediato la
“ideológica” subasta de medicamentos que aplicaba el antiguo Ejecutivo andaluz y
se sumará a la central de compras nacional, centralizada en Madrid. Lástima que
este último anuncio choque con lo recomendado por la AIReF, puesto que la
Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal aconseja aplicar a escala
nacional el sistema andaluz de subastas de medicamentos, que supondría un
ahorro de hasta 1.000 millones de euros hasta 2022. En fin…
Que la derecha pretenda parecer más “social” que la
izquierda, puede ser una estrategia a corto plazo y dirigida a los más ingenuos,
pero que, a la larga, no engaña a nadie ni sirve para nada. Porque, tarde o
temprano, acaba comportándose tal cual es: favorecedora de las élites y el
capital, con intenciones de adelgazar al Estado para que el mercado satisfaga
las necesidades de los ciudadanos, deseosa de imponer su modelo social
(elitista y tradicional), económico (capitalista) y moral (católica que tutela
a la sociedad) a toda la población, incluida la que no le vota ni comulga con
sus ideas. Es intolerante y sectaria, y contraria acérrima del gasto “social”,
aunque ahora pretenda emular una preocupación por la inversión pública en
materias de esta naturaleza. Pura estratagema coyuntural con fines, no sociales,
sino electoralistas.
Se sella la "derechización" en Andalucía |
Tras los planes de choques contra las listas de espera vendrán “externalizaciones”
de más servicios y prestaciones sanitarias; tras los derechos de los padres a
una educación “a la carta”, aparecerán más conciertos con colegios privados
segregacionistas y católicos; tras la central de compras de medicamentos,
retornarán los copagos en función de la renta o los intereses farmacéuticos; tras
la bajada de impuestos (directos, naturalmente), florecerán los impuestos
indirectos que no discriminan según los ingresos ni suponen ninguna
progresividad fiscal; tras todas las supuestas bondades “sociales” ahora
expresadas por la derecha, acabarán imponiéndose condicionantes de “sostenibilidad”
o rentabilidad que las cercenarán de las partidas presupuestarias y de los
programas políticos. En definitiva, se caerá la máscara social de la derecha. Y
si no, al tiempo.
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