Es difícil diferenciar las vacaciones en la cotidianidad de
un jubilado que, encima, no ocupa su inactividad laboral con dedicaciones no
remuneradas que lo distraigan de un tiempo a su entera disposición. Para los
que aun soportan un trabajo y siguen en activo, el período vacacional, que la
inmensa mayoría de los asalariados disfruta durante estos meses de verano, se
trata de un tiempo anhelado durante todo el año para olvidar obligaciones, no
madrugar y descansar junto a la familia en un ambiente distinto y, a ser
posible, alejado del habitual. Para un jubilado, como lo percibe quien aún no
ha alcanzado tal condición, es hacer lo mismo que el resto del año, pero en otra
parte, es decir, seguir haciendo lo de costumbre en el lugar al que se desplace
por vacaciones. Y se equivoca el que así lo crea porque el jubilado también
ansía disfrutar de vacaciones para variar de hábitos y descansar de la rutina,
aunque esta no sea impuesta por obligaciones laborales. Las vacaciones, como para
todo el mundo, resultan necesarias para recobrar ánimos y afrontar un nuevo
ciclo de aparente inanidad que hay que llenar de metas y expectativas que
inviten a recorrerlo con ilusión y esperanzas. No es mantener la inactividad improductiva
del jubilado, sino de aprovechar las vacaciones para llenar de sentido y
contenido, junto a demás proyectos familiares, un futuro que compartido parece
posible y apetecible. Las vacaciones de un jubilado sirven también para cargar
las pilas y las ganas de vivir. Disfrútenlas.
1 comentario:
Claro, son muy diferentes las vacaciones de un jubilado, en comparación con una persona que aún trabaja pero que pide sus vacaciones para descansar un poco del ajetreo del trabajo y así poder relajarse, el jubilado como tu lo ices ya descansa desde hace tiempo solo que lo hace en otro lugar, por conocer y vivir nuevas experiencias si estar pensando que en cuanto termine sus vacaciones volverá al trabajo.
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