La única novedad de estas elecciones es el fracaso de la
apuesta de Podemos de propinar un “sorpasso” al PSOE, adelantándolo en votos y
escaños, objetivo que había querido afianzar con la coalición urdida con
Izquierda Unida que le permitiría sortear las peculiaridades del Sistema D´Hondt
para el reparto proporcional de los escaños del Congreso de los Diputados. Y es
que, a pesar de esta estrategia, los ciudadanos le han vuelto a dar prácticamente los mismos
diputados que en las anteriores elecciones. No han conseguido beneficiarse de
los votos que supuestamente debían proporcionarle los votantes de Izquierda
Unida y no han podido, por tanto, adelantar al PSOE como segunda fuerza política,
arrebatándole la hegemonía de la izquierda española. Repetir resultados para
Podemos ha sido una derrota que no han logrado disimular en sus valoraciones en
la noche electoral.
Pero si no ha habido “sorpasso”, sí sorpresa con el aumento
logrado por el Partido Popular, que consigue sumar más de diez escaños al
resultado anterior, prácticamente los mismos que pierde Ciudadanos, la formación
emergente que porfía el mismo espacio electoral a la derecha. Ni los escándalos
de corrupción ni las grabaciones comprometidas al ministro del Interior que
evidenciaban el uso de las instituciones más sensibles del Estado con fines
partidistas, han socavado el apoyo de los conservadores en el poder. El
presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, puede presumir de haber
ganado las elecciones aunque tenga difícil formar gobierno.
La situación resultante nos retrotrae a la pasada del 20 de
Diciembre: sólo cabe dialogar para poner encima de la mesa los intereses del país
y dejar de lado los partidarios de cada formación. Si ese objetivo guía las
negociaciones, ahora que ya los ciudadanos han repetido su mensaje, puede ser
sumamente fácil acordar un Gobierno estable y sólido para los próximos años. Ya
no hay cálculos electoralistas que valgan: la realidad es la que es y los
actores políticos son los que han querido los votantes. Ahora resta ponerse a
trabajar de una vez.
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