martes, 14 de junio de 2016
Un debate desaprovechado
Las peores expectativas que temíamos se han cumplido. El único debate en
el que iban a participar los líderes de las cuatro formaciones más importantes
del espectro político español, de cara a los comicios del próximo 26 de junio, fue
una oportunidad perdida, desaprovechada. Más que confrontar programas, debatir
ideas e interpelarse argumentos, los aspirantes a presidir el gobierno de
España se limitaron a pronunciar monólogos, reiterar consignas ya conocidas e
intercambiarse reproches a diestro y siniestro. Si lo percibido en el debate de
ayer representa el nivel de los candidatos y el tenor de sus actitudes, mal
pronóstico cabe esperar del resultado de esta repetición de las elecciones
generales: repetir el tactismo partidista e ignorar los intereses generales del
país. Es decir, más de lo mismo entre cuatro minorías incapaces de entenderse,
dialogar, confiar en la buena voluntad del adversario y alcanzar acuerdos que
permitan la gobernabilidad de España. Vetos, soberbia, inmovilismo y
descalificaciones son los mimbres con los que pretenden hacer política de Estado
los representantes de la vieja y nueva “casta” que anoche exhibió, más que
promesas e iniciativas, sus limitaciones y rémoras. Ninguno de ellos estuvo a la altura
de las extraordinarias circunstancias por las que atraviesa el país, atrapado en
una encrucijada de parálisis que le impide afrontar los problemas del presente
(crisis, paro, pobreza, desigualdad, etc.) y encarar los desafíos del futuro
(crecimiento, progreso, bienestar, pleno empleo, etc.). En definitiva, el
debate de anoche no ha servido para nada, para nada nuevo que ilusione a la
ciudadanía, les impulse a acudir a las urnas y poder discernir un proyecto de
país de otro, sin tener que soportar banalidades, lugares comunes y
generalizaciones propios de cualquier charlatán. Lástima.
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