viernes, 10 de junio de 2016
El 40 de mayo
Hoy es el día al que había que aguardar, según aconsejaban nuestros abuelos –más exagerados que prudentes-, para quitarnos el sayo y evitar resfriados con los cambios de temperatura. Un consejo que no se sigue porque nadie soporta no un sayo sino una rebequita con la que está cayendo. Y es que este año no ha hecho falta esperar hasta esta fecha para que el calor nos brinde una muestra de lo que nos tiene reservado este verano que está a la vuelta de la esquina: días de fuego en los que hasta el aire abrasa como llamarada invisible que achicharra todo lo que roza: caras, asfalto, vegetación, edificios y vehículos. Confiar hasta el 40 de mayo para guardar los abrigos es de necios que se aferran a las tradiciones aunque anden soportando una sauna debajo de la ropa. Los refranes resultan llamativos como valor de una experiencia subjetiva, que la cultura popular nos hace llegar hasta nuestros días, sin ninguna credibilidad científica pero con fuerte connotación nostálgica. Incluso para denostarlos hacemos caso de sus enunciados y esperamos al cuarenta de mayo para declarar nuestra rebeldía: ya nos habíamos desprendido del sayo hace días.
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