viernes, 22 de abril de 2016
Prince
Ayer murió Prince, una estrella del pop de los
ochenta que yo recuerdo por una sola canción. No es que no compusiera otras, es
que el éxito de su famosa Lluvia púrpura
eclipsó a todas las demás. Lo mismo me ha pasado con otros artistas, que los
recuerdo por una sola y única obra, como Don McLean y su American pie o, incluso, el Tubular
bells de Mike Oldfield. Son autores que ya no superan la genialidad de una
obra por mucho que sigan toda su vida intentando repetir la hazaña. Nos
sorprende, ahora, la muerte imprevista y prematura de Prince, un intérprete que
me resultaba demasiado extravagante y presumido. Su voz en falsete se me
revelaba tan aguda como falsa, valga la redundancia. Aunque no dejo de
reconocer que forma parte de los grandes nombres de la música amplificada de
los años ochenta, nunca adquirí un disco suyo. Me atraían otros guitarristas y
otras voces. Con todo, Prince o el “innombrable”, como durante un tiempo quiso
ser reconocido, forma parte ya de la historia de la música pop mundial y su Purple rain seguirá escuchándose por
doquier, incluso cuando dejemos de reproducirla “in memoriam”. Descanse en paz.
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