Luces del amanecer
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Foto. Concha Vilchez |
Ahora que las horas responden, en este tiempo melancólico
de otoño, al ritmo natural de la noche y el día, los amaneceres nos sorprenden
con imágenes más propias de una postal que de la visión cotidiana de sitios y
momentos a los que creíamos estar acostumbrados. La luz fronteriza del amanecer
va difuminando unas sombras salpicadas aún con los destellos amarillentos de
las farolas, creando un ambiente fantasmagórico que seduce al paseante y despierta
recuerdos olvidados. Monumentos y parques se desperezan en silencio de la
modorra nocturna para mostrar al despuntar el día una belleza inédita y
pulcra, como la de un rostro virginal recién aseado. Unos minutos de
recogimiento contemplativo, absortos en la placidez de la estampa y la serena
soledad del instante, conmueven hasta las lágrimas a unos ojos descreídos de
tanta armonía y paz. Una emoción fugaz que enseguida es apagada por los ruidos
y las prisas de la rutina.
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