Hoy, primer día de julio, amanece la España de la porra, de esa
porra contundente con la que la policía te invita disolverte y a tragarte tus
protestas (como siempre), dejándote el cuerpo lleno de cardenales, pero con una
multa cuantiosa por creerte a pie juntillas la Constitución y sin
poder demostrar abusos de autoridad o fuerza porque, desde hoy, estará
prohibido tomar fotos o grabar imágenes de las actuaciones policiales. Hoy te
pueden abofetear, pisotear y aporrear (como siempre) sin que puedas denunciar
con pruebas tales excesos si acudes a impedir un desahucio o hacer un escrache
frente a la vivienda de un pez gordo (económico o político). Hoy ya es “legal”
expulsar inmigrantes “en caliente” en la frontera, sin que en ningún caso, ni
con los inmigrantes ni con los nacionales que osan manifestarse, intervenga
ningún juez a hacer valer supuestos derechos castrados por la mordaza de la policía.
Hoy España retrocede al autoritarismo del gusto de quienes prefieren menos
libertades pero más seguridad… para sus asuntos. Hoy el estado policial dispone
de un nuevo instrumento para intimidar al ciudadano, a ese al que supuestamente
se le quiere garantizar la seguridad. Y desde hoy los ciudadanos tenemos una
razón más a tener en cuenta a la hora de votar a quienes limitan derechos,
ponen trabas a la libertad, criminalizan las manifestaciones de protesta y nos
instalan en la España
de la porra.
Hoy España se sumerge en el miedo a la libertad de información
al estar prohibido publicar imágenes de cargas policiales, informar sobre
convocatorias de protestas que no estén autorizadas, hacerse eco de
filtraciones informáticas o consultar páginas webs cuyo contenido es considerado
por la policía como terrorista. Hoy España no puede ejercer la libertad de
expresión y manifestación porque serán multados los tuits de mal gusto u ofensivos, mofarse del rey, escalar edificios
o monumentos como suele hacer Greenpeace, rodear el Parlamento u otras
instituciones para expresar tu disconformidad con alguna medida o hacer
protestas cibernéticas que puedan ser tachadas de terrorismo.
Hoy España tilda de delito la libre expresión y manifestación
porque hasta la simple sentada de resistencia pacífica es objeto de represión,
castigo y multa. Hasta fumar un porro o llevarlo encima es causa suficiente
para que la policía intervenga y te imponga una sanción administrativa, sin que
seas traficante ni drogadicto. Incluso hacer “botellón” podrá disponerte a
recibir el mensaje de la porra y tentetieso, sin que la justicia ni los jueces
dictaminen las faltas o los delitos en los que hayas podido incurrir. Hoy
España vuelve a las “andadas” autoritarias, a los tiempos retrógrados en que el
temor, y no la libertad, determinaba las conductas. Hoy España, si por este
Gobierno fuera, retornaría a la época “gris” donde todo era blanco o negro, sin
color y sin los matices de la diversidad, la diferencia y la pluralidad,
asumidos desde el respeto y la libertad. Hoy España es otra, no mejor ni más
segura, mucho menos para los ciudadanos, sino para las élites. La “seguridad”
que persigue la nueva ley contra los ciudadanos es semejante a aquella “paz” de
los cementerios de la época franquista. La paz y seguridad que gustan al poder,
impidiendo cualquier protesta, cualquier manifestación en contra. Hoy España atenta
contra la libertad y los derechos de sus ciudadanos. Desde hoy vivimos en la España de la porra.
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