No es de extrañar, por tanto, que anticipándose a los fastos
conmemorativos que se preparan para 2016, Cervantes esté siendo objeto en 2015
de un auténtico “revival” mediante la publicación de algunos libros que adaptan
su obra más emblemática, El
Quijote, en versiones revisadas y actualizadas para hacer comprensible su
lenguaje al lector contemporáneo. Ya antes el insigne literato había despertado
interés mediático con ocasión de las investigaciones realizadas para localizar
sus restos óseos entre las tumbas halladas bajo la cripta del convento de las
Trinitarias Descalzas de Madrid. El lugar, al que habían sido trasladados los
restos del escritor desde el enterramiento original en la primitiva iglesia de
San Ildefonso, albergaba diferentes sepulturas y huesos mezclados de varias
ellas, lo que imposibilitaba una identificación individualizada. No obstante, pruebas
documentales y otros descubrimientos permiten asegurar, casi con plena certeza,
que Miguel de Cervantes descansa eternamente bajo aquella cripta, que será
declarada Bien de Interés Cultural y convertida en Museo.
Pero lo más interesante de las iniciativas surgidas en torno
a Cervantes es, como se ha dicho, la reedición de su Don Quijote de la
Mancha en versiones que abarcan a “todos los públicos”.
La más “madrugadora” de ellas ha sido la de Arturo Pérez-Reverte, en la que hace una adaptación para niños que
actualiza palabras del castellano antiguo, ya ininteligibles como jaldes (armas
jaldes), al español moderno (armas amarillas o gualdas) y pone en contexto al
lector, simplificando y facilitando la lectura de una obra considerada difícil.
Se trata de una edición de la Real Academia
Española de la Lengua
(RAE), adaptada por Arturo Pérez-Reverte y publicada por Santillana.
Otra versión destacable es la que realiza Andrés Trapiello con una intención
parecida: adaptar la novela de Cervantes al castellano actual, para evitar
acudir constantemente a las notas de pie de página y consultar el significado
de palabras que no se entienden. Gracias a esta edición, el lenguaje utilizado
hace 410 años por Miguel de Cervantes se transcribe al castellano actual, a
partir de la que el autor considera la mejor de las ediciones de El Quijote, la de Francisco Rico (2006),
a la que depura de notas, lo que facilita una lectura más fluida y
comprensible al lector moderno. Trapiello ha tardado catorce años en “traducir”
El Quijote para hacerlo comprensible
a todo el mundo y ayudar que esta obra universal deje de ser una de las menos
leídas por los lectores hispanohablantes aunque sea el libro más conocido por
todos ellos. Un ejemplo de la adaptación realizada, que figura en la
contraportada del libro, es el siguiente:
Versión antigua
En un lugar de
Versión moderna
En un lugar de
El libro está publicado por Editorial Destino en 2015.
Pero, sin duda, la edición más completa, fidedigna y crítica de El
ingenioso hidalgo don Quijote de la
Mancha , de Miguel de Cervantes, es la que dirige el
filólogo y académico Francisco Rico,
publicada por Espasa y Círculo de Lectores, una ingente y preciosa obra en dos
tomos: el primero, de 1.345 páginas, recoge las aventuras del hidalgo caballero
y su fiel escudero; y el segundo, 1.967 páginas de estudios y comentarios de más
de medio centenar de expertos, eruditos y escritores, además de mapas, anexos y
grabados. Se trata del homenaje que la Real
Academia Española de la Lengua , junto al Instituto Cervantes y la
Obra Social La Caixa , rinden a esta pieza
clásica de la literatura española cuando está a punto de cumplirse 400 años de
la publicación de su segunda parte, allá por el otoño de 1615.
Para Rico, es la edición más rigurosa que se realiza aplicando todos
los instrumentos de la filología moderna para lograr un texto lo más cercano
posible al original. Con ello se ha conseguido el Quijote del siglo XXI,
una versión para todos los tiempos y edades, en la que se analiza cada frase de
Cervantes y se estudia cada paso del Caballero de la Triste Figura , “aunque nunca
podrá existir una versión definitiva”.
Si este verano, este año o en esta vida tiene alguna tarea pendiente,
nada mejor que conocer, comprender y disfrutar de la novela que ningún hablante
del español debería ignorar, no sólo por enriquecimiento erudito, sino para
valorar el idioma y la imaginación que comparte con Miguel de Cervantes Saavedra
y otros autores de nuestra literatura más excelsa y universal. Dése el gusto.
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