Como una conjunción astral, este año se producirá en España la alineación de varias elecciones que darán oportunidad a los investigadores en prospectiva de ensayar sus previsiones sobre las tendencias políticas de la población. No son muchas las ocasiones, en la historia reciente de este país, en que se acumulan tantos procesos electorales en el intervalo de sólo un año, lo que conlleva el riesgo de saturar y cansar al electorado de tanto depositar una papeleta con resultados insatisfactorios. Un riesgo real porque, dejando aparte el ejercicio de un derecho constitucional, la concatenación de sufragios multiplica las posibilidades de frustración de
quienes se sienten conducidos a los colegios electorales por conveniencias
partidarias antes que por el interés general. Y es que, desde el adelanto a las
urnas por cálculos electoralistas en una región hasta la convocatoria por estrategias
soberanistas en otra, las elecciones de este año se antojan cualquier cosa menos
la sanción democrática que ratifica la voluntad ciudadana cada cuatro años. Ninguno
de los argumentos que pretenden justificarlas alivia la sensación de que cuatro
procesos electorales en un año son muchas elecciones. Demasiadas, para un país
que se supone se atiene y respeta los usos, normas y
tempus de la democracia.
Elecciones en Andalucía
En este recién estrenado año de 2015 los españoles serán
llamados a cuatro convocatorias electorales: las autonómicas de Andalucía en marzo,
las municipales en mayo, autonómicas catalanas en septiembre y, finalmente, las
generales en diciembre. Y salvo las municipales y las generales -que bien
podrían distanciarse entre ellas para que, una a mitad de mandato de la otra,
se comporten como elecciones a dos vueltas-, las andaluzas y las catalanas
obedecen a intereses de los respectivos partidos que gobiernan en esas
comunidades, alterando significativamente el “ritmo” democrático. La ruptura de
la confianza entre los socios de la coalición (PSOE e IU) que gobernaba
la Junta de Andalucía y la probabilidad,
aún en minoría, de poder mantener el gobierno de la región, ahora que la
oposición carece de líder conocido (PP) o de estructura sólida (Podemos), hace
que el Partido Socialista Obrero Español prefiera adelantar los comicios en
la Comunidad Autónoma.
Si se confirman estos pronósticos, la líder socialista (Susana Díaz) podría al
fin validar su acceso a la presidencia de
la Comunidad con los votos
de los ciudadanos y no gracias a la voluntad de quien le cedió la silla
presidencial a mitad de mandato, el expresidente ahora imputado por el
escándalo de los ERE José Antonio Griñán. Serán unos comicios que versarán
sobre quién acumula más corrupción en sus filas.
Elecciones
municipales
En mayo se vuelve a las urnas para elegir los alcaldes y
concejales de nuestras ciudades y pueblos con el interrogante de si el Partido
Popular acusará el desgaste de sus políticas de austeridad y asfixia del sector
público como para apearlo de muchos sillones municipales. En Madrid parece
cantado que perderán
la
Alcaldía, más por la ineptitud de Ana Botella, actual
alcaldesa por sucesión, no por elección, e incluso el Gobierno autónomo. La
cercanía de los ayuntamientos con sus vecinos hace que los candidatos a
munícipes desciendan a propuestas concretas que afectan a la vida diaria de los
ciudadanos. En esta ocasión, varios movimientos sociales convertidos en fuerzas
políticas pugnan por acceder a los gobiernos locales, como Ganemos, Equo,
Ciutadans y Podemos, disputándose prácticamente el mismo electorado junto al
resto de formaciones de izquierda, fragmentando la oferta. Precisamente, esa
intención de integrar fuerzas para conformar una oferta unitaria y sólida es lo
que ha hecho dimitir a la candidata de Izquierda Unida, Tania Sánchez, y crear
una nueva plataforma,
Convocatoria por
Madrid, ante los recelos de un sector del partido a perder su marca o
logotipo corporativo. Con una izquierda fragmentada, un PSOE debilitado y un PP
que pierde apoyo popular y al que le hace competencia Ciutadans desde el centro
derecha, estas elecciones municipales se prestan a cualquier resultado, lo que
obligará a pactos postelectorales para alcanzar el poder. Un baile de sillones
que inquieta a muchos, tanto que en Madrid, capital del Reino, aún ningún gran
partido ha proclamado a sus candidatos, en un desesperado esfuerzo por
encontrar alguna apuesta segura.
Elecciones en Cataluña
Y en Cataluña, tras dos tercios de legislatura exigiendo un
inexistente “derecho a decidir” para declarar la independencia respecto de
España, forzando la creación de órganos e instituciones de carácter estatal y
careciendo de fundamentos legales para emprender una dinámica soberanista, con
pseudoplesbicito incluido, el Gobern de
la Generalitat adelanta
también las elecciones como último cartucho para que los ciudadanos refrenden
una deriva que poco a poco pierde apoyo popular. Más que sondear la voluntad de
los catalanes, estos comicios parecen buscar una salida al callejón en el que
se han metido los impulsores de una secesión unilateral, que tiene al “padre”
de la patria declarando en los juzgados acerca de una evasión de capitales que durante
décadas había mantenido oculta. Ello se hace más notorio cuando los soberanistas
no consiguen siquiera ponerse de acuerdo para presentar un único candidato
común que permita hacer una lectura plesbicitaria de estas elecciones y poder
cuantificar con exactitud el grado de aceptación con que cuenta esta apuesta
independentista. Quemado en el intento, el
molt
honorable Artur Mas también adelanta
estas elecciones para seguir de inquilino en el Palau de
la Generalitat.
Elecciones generales
Con todo, de esta ristra electoral, lo que despierta
expectativas entre los votantes e inquietud en las formaciones que concurren a
ellas son las elecciones generales, pues pueden suponer, como de hecho ya
apuntan todos los sondeos previos, una verdadera “revolución” en el panorama
político español. La aparición de PODEMOS, fenómeno que ha sabido aglutinar el
“espíritu” de los descontentos e indignados que se manifestaron el 15 de mayo
de 2011 (15-M), ha supuesto todo un revulsivo para el régimen bipartidista de
la Transición.
La percepción ciudadana -especialmente sensible tras los
recortes y sacrificios a los que se ha visto sometida- de que las políticas de
austeridad se adoptaban desde instancias ajenas a los partidos y los gobiernos,
ha fortalecido sobremanera a un partido en el que cristaliza la esperanza de
los que no se sienten representados por la clase política convencional. A sólo
cinco meses de su creación en enero de 2014, Podemos obtenía el 8 % de los
votos en las elecciones europeas, consiguiendo una adhesión popular creciente a
sus propuestas sin siquiera tener un programa electoral definido. Los dos
grandes partidos que se alternan en el Gobierno de España, PP y PSOE, ven cómo peligra
su cómodo régimen bipartidista con la presencia arrolladora de Podemos en la
escena política.
Podemos
La desafección de los ciudadanos, hartos de sentirse
pisoteados y empobrecidos, tiene también su causa en el nivel de corrupción que
corroe el sistema político tradicional. Cerca de 2.000 casos de corrupción
están siendo investigados por
la
Justicia, salpicando a todos los niveles del Estado, desde la
monarquía hasta el último concejal municipal, incluyendo sindicatos y
empresarios, sin que los dos principales partidos hayan hecho nada por impedir
de manera drástica y definitiva esta infección que invade sus entrañas. Y
mientras los trabajadores sufren reducciones salariales o la pérdida del empleo
y los recortes se ceban sobre la clase media y trabajadora, las grandes
fortunas del país prosperan y agrandan la brecha entre ricos y pobres, al
tiempo que 33 de las 35 empresas más grandes de España evaden impuestos. De ahí
nace la frustración que denuncia el poder de una “casta” corrupta y una
democracia que ya no representa a los de “abajo”, pero que alimenta el
surgimiento de Podemos, una fuerza que concurre a las elecciones generales con
voluntad de “dinamitar” todo este sistema desde dentro y de gobernar.
Con un lenguaje simple, sin acudir a grandes discursos
ideológicos, del que es difícil no estar de acuerdo, esta formación atrae y
recluta a sus partidarios a través de una calculada presencia mediática y con
la creación de más de mil “círculos” en todo el país. De esta manera, Podemos
propaga su análisis social indiferenciado en el que incluye una Asamblea
Constituyente cuando llegue al poder, la reestructuración de la deuda, descenso
de la edad de jubilación a los 65 años, reforma fiscal, implementación de las
35 horas semanales, referéndum sobre la monarquía, recuperación de las
prerrogativas del Estado cedidas a Bruselas, autodeterminación de las regiones
españolas, etc. En realidad, un ideario muy parecido al programa que defiende
Izquierda Unida sin asustar al sistema, pero sabiendo entroncar con la
frustración que afecta a la ciudadanía.
No es de extrañar que las encuestas otorguen a esta
formación el segundo lugar entre las preferencias de los votantes. Sus
posibilidades de arrasar en las elecciones son enormes, por mucho que el
Gobierno del Partido Popular utilice las instituciones para perseguir a sus
miembros fundadores, como es el caso de Juan Carlos Monedero y sus
irregularidades con Hacienda. Los partidos tradicionales, los poderes
financieros y económicos y la élite social se sienten amenazados por este
partido que, de entrada, ha obligado a todos a actualizar sus programas y
modernizar sus mensajes. Ya han conseguido algo impensable: que las elecciones
generales, en vez de ser un soporífero trámite para el relevo bipartidista,
sean una oportunidad que despierta una enorme expectativa en todo el país. Algo
bueno tenía que tener el soportar este año elecciones por un tubo.
1 comentario:
Excelente reflexión que merece actualizarse tras la celebración de las elecciones en Andalucía.
Después de las elecciones andaluzas y el triunfo del PSOE cabe preguntarse si el bipartidismo resistirá esta coyuntura política, si el ataque coordinado de todos los medios de comunicación ha desinflado a PODEMOS y qué ocurrirá si éste queda en un fenómeno marginal y los políticos actuales siguen goberando unos cuantos años más. a mi me parece que la consecuencia de la desactivación de PODEMOS sería la destrucción de España, entrando en una crisis económica endémica (no hay quien soporte taqnto político y empresario chorizo) y propiciando la independencia de Cataluña y el País Vasco. He recopiñado información sobre estos temas en dos entradas de mi blog que a continuación indico:
http://parafernaliasmatematicas.blogspot.com.es/2015/02/la-tuerca-y-podemos.html
http://parafernaliasmatematicas.blogspot.com.es/2013/02/la-clase-politica-espanola.html
Espero que la información que recopilo sirva para alimentar la imprescindible reflexión sobre nuestra situación política que demanda nuestro tiempo.
Publicar un comentario