Ministro Wert |
El efecto de los recortes que reflejan las estadísticas es profundamente
desolador. Ya el año pasado, unos 500.000 niños perdieron las ayudas para
comprar libros texto o material escolar, tras el tijeretazo del 47 % (67 millones de euros) de esa partida
ministerial. Pero más grave aún es que cerca de 25.000 alumnos no disfrutarán
de becas este año, de ellos 10.000 universitarios que verán mermadas sus
posibilidades para una formación superior. Yo no sé si el dinero que el Estado
va a ahorrarse con estos “tijeretazos” (unos 195 millones de euros, un 11%
menos) servirá para sacar al país de la crisis, pero de lo que estoy seguro es
que lo hundirá aún más en la pobreza intelectual y en la carencia de una “masa
gris” que potencie la necesaria innovación, desarrollo e investigación que
precisa nuestro tejido industrial y productivo. Tal vez piense el ministro Wert
que sobran universitarios críticos, esos que incluso le niegan el saludo cuando
les hace entrega de un premio, y lo que
conviene sea una ingente masa no cualificada destinada a ser “carne de cañón”
(barata, se sobreentiende, pero con idiomas) para el sector más pujante de
nuestra economía: turismo y ladrillo; es decir, camareros y albañiles.
Así las cosas, que en las escuelas públicas existan 20.000
profesores menos este curso no es más que la consecuencia de esa política
cortoplacista y neoliberal que aplica el Gobierno de Mariano Rajoy en todo lo
que son derechos e inversiones sociales, y de la que el ministro Wert no es más
que el mandado de turno. Luego se queja de que las huelgas que convocan los
damnificados por sus “recortes” son “políticas”, cuando –como titular de educación
que se supone que es- sabe que, por definición, cualquier interés por lo
colectivo y el bien común es político. ¿O acaso sus medidas no son políticas?
¿No es político -y sectario- suprimir la asignatura de Educación para la Ciudadanía ?
¿Reintroducir la religión no es ideológico y, por tanto, político?
Pues protestar por todo ello y reclamar mayores recursos para
preservar el derecho a la educación, exigiendo unos contenidos estables y sin
“catecismos” dogmáticos y adoctrinadores en función del gobernante de turno, es
lo que reclaman los que se echan a la calle, el próximo 24 de octubre, en defensa de la escuela pública, en lo que será la segunda huelga general educativa.
El ministro Wert no lo percibe así y cree que los manifestantes son unos
ignorantes, con lo que su actitud y talante sirve para calificar el curso
escolar que él promueve: de “wert”güenza.
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