Cerca de 70.000 millones de euros entregados a los bancos,
una reforma laboral que posibilita un despido casi gratis y que deja
prácticamente en manos de la arbitrariedad empresarial las condiciones para la
contratación laboral, unos recortes en los subsidios por desempleo y el
acortamiento de su duración, amén de encomendar a la Virgen del Rocío una
intervención divina para combatir la lacra del paro en España, y el resultado
es la cifra de 31 personas que han conseguido un trabajo. ¡Albricias, qué éxito!
Todos los portavoces gubernamentales, desde la ministra que tiene a dos
hermanos imputados por irregularidades en Andalucía hasta el exbroker de Lehman
Brother que ahora es responsable de la cartera de Economía de España, auguran
que la crisis se está remontando, que la tendencia a la destrucción de empleo
se ha frenado y que la luz a la salida del túnel en el que se halla nuestra
economía ya se vislumbra en el horizonte. Y todo por 31 contratos temporales de
trabajo en agosto que han permitido rebajar en esa cantidad la bochornosa
estadística del paro de España. Es un signo para hacer repicar las campanas de
todas las iglesias y para celebrar un mitin en el que dar la buena nueva,
previo acompañamiento espectacular de un patrioterismo visceral jaleado
oportunamente a causa de Gibraltar, la espinita con que nos zahiere la pérfida
Albión desde hace 300 años. Y es que el que no se consuela es porque no quiere,
porque mira con que poco se puede montar una campaña propagandística que ni
Goebbels hubiera igualado. Sólo falta la imagen de Merkel felicitando a Rajoy
por seguir sus consignas y hacer las cosas como Dios manda. Pero no demos
ideas, que se las apropian en Televisión Española o La Razón. ¡Albricias!
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