sábado, 3 de agosto de 2013
Sueños valientes
Todos hemos soñado con hacer cosas increíbles, con
experimentar lo que otros no se atreven por temores que nos limitan
a lo ordinario de una existencia no exenta, en cualquier caso, de peligros incluso
mayores. Saltar en paracaídas no supone más riesgo que conducir un auto si se
afronta con las debidas garantías. Sin embargo, la sensación que se experimenta
es infinitamente más placentera que la de viajar por una autopista. Y pretender
sentirla no es un empeño descabellado cuando la edad, los medios y la técnica
lo permiten. En medio del cielo, con el mundo a tus pies, flotando con esa
libertad indescriptible que parece ingrávida como en los sueños más
maravillosos, es lo que mi hijo más arrojado ha querido sentir por sí mismo. Ha
cumplido un sueño que yo mismo he perseguido muchas veces y nunca me he atrevido realizar. Véanlo cómo disfruta de su espíritu aventurero, de una energía
rebosante de vitalidad y de una juventud sana y responsable también para lo más
valiente: soñar. ¡Maravilloso, vamos. Repito, seguro!
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1 comentario:
La verdad es que con las debidas medidas de seguridad, cualquier actividad es factible, mientras el cuerpo aguante, la autoridad lo permita, y el tiempo no lo impida.
No obstante ello, prefiero verlo que practicarlo.
Un saludo y encantada de descubrir tu blog, muy buena prosa.
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