¿Aflicción en palacio? Por el tobogán de los últimos
días se despeñaban hechos como la desimputación de una imputada, lo que, en
puridad, era hacerle una soberana putada a la susodicha -algo así como una
imputación “en diferido”-, ya que no la eximían de sospechas, sino que la mantenían
en suspenso hasta que los indicios de delito fiscal y blanqueo de dinero fueran
más consistentes, a juicio del magistrado instructor, quien insiste en seguir
pensando lo mismo que cuando la imputó. La misma Audiencia de Palma que anuló
“de momento” la citación sostiene que la princesa afligida “debía saber o conocer” los trapicheos de la empresa de la que formaba parte junto a su marido, ese cónyuge espabilado acusado de malversación de caudales públicos y prevaricación en el caso Nóos. Dentro
del pulso institucional que se está librando, se trata de un triunfo pasajero
del Fiscal General del Estado, travestido en abogado defensor en el entramado
que afecta directamente al Palacio de la Zarzuela , residencia de una Familia Real que ve
reducido su tamaño conforme tiene que despojar de tal condición a aquellos de
sus miembros que son implicados en escándalos de variado pelaje. Es deprimente
que condes y princesas, como en un tenebroso cuento de hadas, acaben en
divorcios, pleitos y cárceles por avaricias insaciables del cuerpo y el alma.
¿Aflicción
ideológica? Porque, aparte de las ilegalidades y las corruptelas, se
constata la inmoralidad de los que no tienen empacho en apretar el cinturón de
los españolitos de a pie mientras ellos se aflojan el suyo con el concurso,
generoso en sobres para gastos de “representación”, del partido. Y es que tales
personalidades que nadan en la abundancia, capaces de tener un jaguar en el garaje y no darse cuenta, son, en verdad, los únicos que pueden
“representar” teatralmente la pobreza y la humildad, pues los demás las sufrimos
en nuestras carnes, máxime cuando una impuesta austeridad recorta derechos y
prestaciones en sanidad, educación, dependencia e, incluso, en el aborto. Tal
vez de ahí derive el “lapsus” (¿) de la diputada popular Beatriz
Escudero, defensora en el Congreso de la ley, cuando se atrevió asegurar que “en
España, las mujeres que se ven abocadas al aborto son las que menos formación
tienen”, dejando patente su percepción y su sensibilidad sobre las mujeres
y los desafortunados: el vicio es cosa de pobres, pareció decir. Causa
aflicción esta soberbia ideológica que el propio ministro Gallardón reconoce en
la ley del aborto: obedece a la mentalidad (moral) del Gobierno que promueve la modificación para hacer más
restrictiva su aplicación. Y punto. Todavía hay quien cree que los ricos no
abortan como tampoco “catean” en sus caros colegios privados. Si éstos expulsan
a los que, ni con profesores de apoyo, son capaces de mantener la ratio de aprobados, otras sortean en el
extranjero las trabas que aquí votan para impedir el aborto. Así es cómo pueden
permitirse luego la indecencia de acusar desde una tribuna a los “menos
formados” y tildarlos poco menos de asesinos por desear engendrar sólo los
hijos que puedan criar y educar con un mínimo de dignidad.
¿Aflicción económica?
Si el Gobierno impulsa leyes para beneficiar a los evasores fiscales, en vez de
impedir y castigar el hurto a Hacienda ¿cómo no imaginar que lo estructural sea
el engaño y la defraudación a escala general? No resulta extraño colegir, en
estos días de tristeza, que semejante conducta sea la constante no sólo entre
miembros de la Familia Real
y el partido gubernamental, sino en la mayoría de las empresas más importantes
de este país. Porque no es aflicción sino vergüenza lo que produce saber que 33
de las 35 empresas más representativas que cotizan en el selectivo índice IBEX
de la Bolsa de
Madrid tienen cuentas en paraísos fiscales, totalmente opacas al fisco. Son
cuentas que no se justifican con la actividad mercantil de tales empresas, pero
que seguramente permiten ser generosos en donaciones y dádivas a partidos,
altas personalidades e instituciones con las que se interrelacionan con el propósito
de que ese entramado político, económico y legal sirva a sus intereses, ya sea
en forma de contratos con la
Administración , leyes que favorezcan sus negocios o
indultos cuando son sorprendidos en flagrante delito, lo cual no impide
astronómicas jubilaciones. Así cualquiera.
Hay jornadas en que uno no para de llorar.
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