El hombre siempre ha sospechado que en su cabeza se alojaba el control de su cuerpo, que dentro del cráneo se ubicaba el órgano que dirigía todas las funciones y el comportamiento de su ser, a pesar de que en ocasiones creyera que tal labor directriz correspondía al corazón, por ser más evidente su existencia y su estrecha vinculación con la vida. Los egipcios hacían trepanaciones para tratar algunas enfermedades y, cuando fallecía algún faraón, vaciaban la masa encefálica, junto a otras vísceras, para conseguir la conservación momificada del cadáver. Es decir, tenían un conocimiento del cerebro como para extirparlo por consideraciones mágicas. En Occidente se ha pasado de tenerlo como un fluido cuya alteración provocaba enfermedades “nerviosas” a mapearlo en localizaciones cerebrales que determinaban la forma la cabeza, lo que se conocía como frenología craneológica.
Afortunadamente, la ciencia y la investigación médica han
avanzado lo suficiente como para tener constancia científica de que el cerebro
es el órgano rector del organismo, controlando los aspectos conscientes e
inconscientes de nuestro comportamiento. Las sospechas primigenias estaban,
pues, fundadas. Aún hoy se sigue hurgando en el cerebro para conocer su
funcionamiento y tratar de comprender cómo realiza ese control del cuerpo, en
el que interviene eso que hemos dado en llamar “mente”, la facultad que nos
permite pensar y elaborar ideas abstractas. Se trata de una historia fascinante
en la que interviene la neurología, la neurocirugía, la psicología y la
psiquiatría, demasiadas ciencias que intentan descubrir los enigmas y misterios
del “segundo órgano más importante del cuerpo”, según el “ranking” de Woody
Allen.
Justamente, es de lo que trata un libro ameno, escrito por
el profesor Esteban García-Albea, veterano divulgador de la neurología,
titulado Su majestad el cerebro,
historia, enigmas y misterios de un órgano prodigioso (La Esfera de los Libros, S.L.,
Madrid, 2017). No es un ensayo para
entendidos ni tampoco una novela de entretenimiento, sino una síntesis de
divulgación y narrativa (incluye biografías de científicos como Ramón y Cajal,
Penfield y otros junto a cuentos breves del autor) con la que consigue atraer
la atención de lector sobre la historia, siempre sorprendente y plagada de
dogmas, supersticiones y avances científicos, del cerebro, además de enfatizar
el lado humano y singular de un órgano que se resiste a desvelar todos sus
secretos. Lo dicho, una historia fascinante.
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