Porque no es hasta este último escándalo, y gracias a la intervención directa del Papa, cuando la diócesis granadina se ve obligada a apartar a unos sacerdotes que actuaban para cometer sus agresiones sexuales como si fuesen una secta. Se trataba de un clan formado por 10 sacerdotes y dos seglares que, amparándose en la autoridad que ejercían sobre los menores, cometían sus vejaciones sexuales en inmuebles parroquiales, casas y locales repartidos en Granada y su área metropolitana. Sólo cuando los medios de comunicación dieron a conocer la gravedad de lo acaecido bajo las sotanas de esos sacerdotes granadinos, tras la denuncia de una víctima al Sumo Pontífice, es cuando el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, conocedor de lo que sucedía en su diócesis, toma medidas disciplinarias y entona un tardío “mea culpa”, postrándose en el suelo de la Catedral para pedir perdón por los “daños” causados a los niños.
No se apartaba el arzobispo granadino de la actitud
tradicional de la Iglesia
católica en relación a los abusos sexuales en su seno. Intenta tapar con un
manto de silencio lo que se cuece bajo las sotanas de algunos miembros
religiosos que están en contacto frecuente con niños y adolescentes. Sigue la
costumbre que procura encubrir estos casos, considerando enfermos a los
pederastas antes que delincuentes, para evitar las denuncias civiles e impedir
unas críticas que no dudan en confundir con campañas de “ataques para que no se
hable de Dios”, como aseguró el cardenal Cañizares al referirse a esta
problemática hace unos años.
Marcial Maciel recibe la bendición papal. |
No se trata, pues, de un problema pequeño ni infrecuente.
Según un estudio antiguo de la
Universidad de Salamanca, realizado en 1994 por el catedrático
de Psicología de la
Sexualidad , Félix López, alrededor de un 10 por ciento de los
varones menores que sufrieron abusos sexuales fueron agredidos por un sacerdote
católico. Y un trabajo posterior del conocido escritor Pepe Rodríguez va aun
más lejos: sus estadísticas reflejan que un 7 por ciento de los sacerdotes en
activo comete esta clase de delitos contra menores. La mayor parte de tales
afrentas no llega a conocerse porque las víctimas no se atreven a denunciar.
Son chavales que se acercan a la vida parroquial, como monaguillos o
estudiantes de colegios católicos y seminarios, que tras la agresión se sienten
culpables y guardan silencio, atemorizados, sometidos y traumatizados ante la
“autoridad moral” de los agresores. Una “autoridad” que llega a considerarlos
incitadores en vez de víctimas, como hizo el obispo de Tenerife, Bernardo
Álvarez, cuando afirmó en 2008 que “hay adolescentes de 13 años que son menores
y están perfectamente de acuerdo (con los abusos)”.
Por tanto, ni la respuesta de la jerarquía eclesiástica ni
la actitud del arzobispo de Granada ocultan que los abusos sexuales a menores no
son un hecho esporádico en la
Iglesia católica española. Ya, en los años 50, se produjo en
nuestro país el caso de pederastia en la Iglesia católica más grave a nivel mundial, al
descubrirse que en uno de los seminarios de los Legionarios de Cristo, el de Ontaneda (Cantabria), sometían a los
alumnos a todo tipo de vejaciones por parte de un grupo de sacerdotes liderado
por el mexicano Marcial Maciel, fundador de la Orden y el mayor crápula conocido en ámbitos
eclesiásticos hasta la fecha.
Lo grave de toda esta problemática no es que algunos
miembros de la Iglesia
caigan en la tentación y se dediquen a delinquir amparados en la impunidad que
las sotanas les proporciona, sino que la estructura religiosa, como
organización jerárquica, practique el silencio y mantenga el encubrimiento
clerical sobre unos crímenes execrables cometidos contra menores vulnerables, indefensos
e inocentes, a los que causan imborrables daños físicos y psíquicos. Una
actitud que fue promovida por las máximas autoridades eclesiásticas cuando
exhortaban a todos los obispos -antes de que la presión de las críticas
obligara cambiar de estrategia- de “prohibir que los casos de abusos contra
menores fueran denunciados a la policía, pues estaban sujetos a secreto
pontificio y no debían ser denunciados a las fuerzas públicas hasta que las
investigaciones internas fueran completadas”. Tal era la consigna remitida por
carta “urbi et orbe” por Benedicto XVI cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe , antes de ser elegido Papa.
Este silencio cómplice de la jerarquía eclesiástica, en los
casos de abusos sexuales a menores cometidos por el clero, contrasta con la
“obsesión” sexual que manifiesta en otras ocasiones. Precisamente fue la
diócesis del arzobispo de Granada la que publicó el libro “Cásate y sé sumisa” que
levantó una gran controversia por las ideas machistas que contenía. Monseñor
Francisco Javier Martínez comparó, en 2009, el aborto con un “genocidio
silencioso” y fue beligerante contra las políticas del Gobierno socialista de
José Luis Rodríguez Zapatero relativas al matrimonio homosexual y la Ley Orgánica de
Educación (LOE). Su laxitud con los pederastas de su diócesis no es comparable
al celo que mostró al acosar moralmente a un sacerdote exarchivero de la Catedral , que lo denunció
y lo convirtió en el primer prelado español en ser juzgado por los tribunales
ordinarios, aunque acabó absuelto tras recurrir la sentencia que lo condenaba.
Existen una mentalidad, una actitud y un comportamiento
institucional detrás de estos escándalos que los convierten en intolerables e
incompatibles con los fines y la moral que dice perseguir la Iglesia católica. También
por ello sorprende la decidida reacción del Papa Francisco de cortar de raíz un
problema tan endémico que ha llevado a obispos de Irlanda, Alemania, Estados
Unidos y Holanda pedir perdón y prometer mano dura o tolerancia cero. Pero
mientras ello no sea la norma y no una excepción, las sotanas de los sacerdotes
continuarán siendo prendas sospechosas de la inmoralidad y la maldad más
perversas, la que se disfraza de amor al prójimo para abusar de inocentes
menores.
1 comentario:
A veces pienso, que dios era un "pillao" pero llegaron unos "listos" que montaron su empresa y acabaron forrao!!
Publicar un comentario