Hace dos años, un gran terremoto, cuyo epicentro se localizaba en el Océano Pacífico, a 130 km, de la costa, provocaba un tsunami que
arrasaría el Este de Japón, en marzo de 2011. Las imágenes de la catástrofe dieron
la vuelta a un mundo conmocionado por la magnitud de un desastre que dejó 15.845
personas muertas, 3.380 desaparecidas y más de 5.000 heridos. Era el terremoto
más potente de los sufridos por Japón, de una intensidad de 9.0 Mw, lo que
explica el tsunami posterior, con olas de hasta
10 metros, que barrieron la
costa este del país, arrastrando cuánto encontraban a su paso, a medida que se
adentraban en la tierra.
Hoy, en la Casa
de la Provincia
de Sevilla, pueden contemplarse las fotografías de prensa tomadas de aquella tragedia, de
los cuantiosos daños producidos y, sobre todo, del tesón de un pueblo laborioso, educado y
dispuesto a superar el golpe con ese tesón silencioso que caracteriza a Japón. Son
imágenes impactantes, no por mostrar el aspecto morboso del dolor, sino simplemente
por esa pulcritud sentimental con que refleja los daños enormes de una
calamidad de la naturaleza y el esfuerzo ímprobo que realiza el pueblo japonés
para retornar a la normalidad. Un denodado ejercicio de voluntad para vencer
las adversidades y permanecer de pie, como ese árbol superviviente del tsunami,
que tan bellamente representa la esperanza. No se la pierdan.
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