sábado, 29 de junio de 2013
El espejismo del cabrón
Un cabrón ingresa en la cárcel justo cuando comienzan
las vacaciones para la mayoría de los que trabajan. Aquel llevaba sin hacerlo
toda su vida, escalando los peldaños de su avaricia a golpe de buenas
relaciones y anchas espaldas en las alcantarillas de la política. Los demás, a
fuerza de sudar oficios mal remunerados y peor considerados por esa élite que
se considera soberbiamente superior y distinguida al resto de los mortales, no
han dejado de trabajar nunca en su insignificante vida, salvo en periodos de
vacaciones como el que ahora comienza. Pero este año tan extraño, cuando se licua
la solidez de nuestras certezas, todo es distinto. El cabrón deja de estar
permanentemente vacante para ocupar una plaza entre rejas en pensión completa y
siete millones de trabajadores no tendrán vacaciones de ningún trabajo en
activo, algunos sin nada que llevarse a la boca. La suerte del primero se
enderezará antes que la de los segundos, en cuanto los calores flojeen y el
bochorno desaparezca de nuestros rostros y de nuestras convicciones. Un juez pasa
por el ojo de una aguja antes que un potentado devuelva lo adquirido mediante
corrupción y fraude. Garzón y Silva son ejemplos de ello. Bárcenas será un cabrón,
pero es el cabrón del partido más poderoso de España, cuyas cuentas
administraba. Y merece un respeto, como cualquier capo de la mafia: por miedo.
Por eso, este verano es complicado y extraño. Tan extraño como un rico en prisión.
¿Será un espejismo? ¿Será un golpe de calor?
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