lunes, 10 de junio de 2013
¡Maldito lunes bendito!
En sólo un santiamén el fin de semana se esfuma y emerge el
lunes que nunca es bien recibido. Toda la semana se pasa uno deseando
desprenderse del reloj cuando de inmediato suena con estruendo el despertador
para recordar que el fatídico lunes ya ha llegado. Por mucho que se intente
aprovechar los descansos, el cansancio te hunde en la cama sin que hayas podido
aliviarlo. Conforme se agotan los meses del calendario, cada lunes se torna
más escarpado e inaccesible, como un muro infranqueable, que quebranta progresivamente
la voluntad de sortearlo y te convence de la inutilidad del esfuerzo. No dejas
nunca de maldecirlo hasta que descubres que peor sería que su esencia
fronteriza no existiera y todos los días fueran iguales o, simplemente, que ya no
hubiera lugar a ningún día más. ¡Maldito lunes bendito!
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