De aquello hace ya 40 años, pero el estímulo que empujaba su
lectura sigue intacto porque permanece irresuelta la cuestión que Garaudy
abordaba en La Alternativa : “¿Qué es lo que la juventud denuncia y qué es
lo que la juventud anuncia?”. Parecía referirse al tiempo actual cuando
aconsejaba “tomar conciencia de la crisis:
si nos abandonamos a la deriva catastrófica del presente, en pocos años la
sociedad actual puede desintegrarse. Y ya no será tiempo de vivir. Todo lo más,
de sobrevivir.”
Roger Garaudy era un intelectual marxista, especialista en
Hegel, que tuvo una intensa actividad política como miembro del Partido
Comunista francés, de donde fue expulsado cerca de cuarenta años más tarde
(1933-1970) por su pensamiento heterodoxo. Pasó de defender el estalinismo a
oponerse a la invasión de Checoslovaquia, y del ateísmo al
catolicismo y, de éste, al islamismo, con la misma pasión dogmática con las que
abrazaba todas sus militancias. Era un pensador de causas absolutas en
ocasiones contradictorias e irreconciliables, pero no por ello se mostró infiel a su búsqueda de
respuestas a las verdades esenciales del hombre en la filosofía, la política y
la moral, comportándose como en lo que en alguna ocasión describió “danzar en
la vida”.
Los bandazos de su vida, en ciertos aspectos tan semejante a
la de nuestro incomprendido Blanco White, delatan su aborrecimiento de las
estructuras que impermeabilizan frente al otro, al oponente, y que lo obligan a
buscar “alternativas” al socialismo burocrático, abrir diálogos entre el
marxismo y el cristianismo, a denunciar la falacia de la supremacía cultural de
Occidente como única creadora de valores humanos e, imbuido en el Islam,
propugnar un encuentro entre las civilizaciones y pueblos de Asia, África y
América Latina para establecer un nuevo orden mundial.
Tras la distancia que otorga la madurez, volví a Garaudy en
dos ocasiones: una, cuando ofreció una conferencia en un instituto de Sevilla
hace más de 15 años, y otra, recientemente, al visitar en Córdoba la Torre de Calahorra, donde
desarrolló el proyecto de mantener vivo el legado árabe y tuve el honor de que
me obsequiaran una de sus últimas obras: Biografía
del Siglo XX, el testamento filosófico de Roger Garaudy.
Con sus claros y oscuros, la trayectoria de este pensador
resume fielmente la del siglo que le tocó vivir y del que se convirtió, al
menos para este lector, en la conciencia crítica del mismo. Descanse en paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario