Ella ya lo era cuando esta madrugada mi hermana se transformó en un sueño, pasó a formar parte de la materia con la que se construyen las más hermosas promesas que nunca se cumplirán, con la que se formulan los deseos que jamás se podrán conseguir. Un teléfono de madrugada, cuando la luna se teñía de luto en los cielos, traía la voz que no sabía cómo expresar que mi hermana, la que procuró siempre ser una madre para que no nos perdiéramos, se perdía para siempre. Siempre quiso ser un sueño inalcanzado que se volcó en un único hijo y en un marido que, alrededor de la serenidad de su presencia, era un torrente inquieto de actividad. Tenía sólo 56 años y nunca cejó en querer reunir a una familia dispersa para sentirla cerca. Era un sueño que empieza a cumplir pues forma parte de él. Era mi hermana Tita, mi sueño.
1 comentario:
Estamos contigo, querido Daniel, amigo. Un abrazo muy fuerte y mucha fuerza.
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