Es hora de relajarse un poco, de olvidar las obligaciones para entregarse a las devociones, de contemplar el paisaje confundiéndose con el paisanaje y dejarse guiar por los apetitos que el organismo tiene en cada momento. Es tiempo de relax y descanso de tantas imposiciones reglamentarias. Es ocasión de madrugar por gusto, leer por placer y realizar todas las actividades que apetezcan por voluptuosidades del capricho. Se ha logrado lo que justifica todo un año de trabajo y de estudios: reposar lo adquirido y dejar precipitar el tiempo vivido. Permitir que sedimente la experiencia pasada el tiempo necesario antes de iniciar un nuevo ciclo con nuevos objetivos y renovadas ilusiones. Es hora de tomar aliento y acumular fuerzas con las que encender el ánimo vital. A lo mejor es sólo tiempo de soñar y de disfrutar de las vacaciones. Son ensoñaciones de los calores del verano que julio adelanta para obnubilar este final de junio. ¡Se nos antoja tanto parar… que ya echo de menos lo que aún no he empezado! Es hora ya de ir tras un tiempo que vuela.
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