Mis gustos musicales son eclécticos, pero firmes y fieles.
Hay músicas que nunca he dejado de escuchar porque me han acompañado toda la
vida. E intérpretes que son figuras icónicas en mis predilecciones. Santana es
una de ellas. Sus punteos alargados, manteniendo la nota casi hasta la
desesperación, me cautivaron en la adolescencia y siguen sorprendiéndome cada
vez que los escucho. De tan sublimes, los han imitado otros artistas, como Gary
Moore. La fusión que emprendió Santana de ritmos latinos, africanos y del blues
para hacer rock ha constituido todo un hito en la música moderna. Tales sonidos
atraparon el entusiasmo de jóvenes de varias generaciones y continúan en el presente
llenando el aire con su frescura, cuando otros artistas han tomado el relevo. Es
por ello que siguen siendo fuente de inspiración para toda clase de músicos y
estilos musicales. Un ejemplo es la canción “Oye cómo va”, aquella inolvidable versión
que hizo Santana de un mambo de Tito Puente, que ha sido reinterpretada por
otros músicos que nada tienen que ver con el rock. Escuchen la versión
jazzística de Michel Camilo, un pianista que ha sabido sintetizar mis dispares gustos
musicales, tan eclécticos que parecían irreconciliables. Sin embargo, maridan muy
bien.
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