jueves, 1 de junio de 2017
Junio en la piel
Junio se nos ha caído encima, viene con su carisma caluroso y los ramalazos veraniegos que nos despojan de cuanto conservamos de un invierno ya instalado en la melancolía de lo perdido, de lo pasado, de lo olvidado. Con junio inauguramos otro tiempo, otras expectativas, incluso otra sensibilidad, que nos predisponen a desinhibirnos bajo la luz cálida de las apetencias y los deseos, a buscar cobijo en los brazos de la intemperie y la alegría y a llevarlo prendido en la piel para integrarnos en la multitud polifónica de los vociferantes de la vida. Con junio se abren las ventanas de los sentidos de par en par al deslumbrante resplandor de unos días inmensos de sueños y recuerdos, que nos transportan a los veranos vacacionales de una infancia demasiado lejana y borrosa. Junio se nos ha caído encima y nos sorprende con el niño que una vez fuimos, impresionado con todo un tiempo infinito al arbitrio de su imaginación. Por eso se nos ha quedado grabado junio en la piel.
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