La fórmula no es nueva, sólo el nombre que evoca un estilo
de sofá bastante hortera para los tiempos que corren y que no conduce a ninguna
parte. Más que “Viajando con chester” habría sido más apropiado titular al
programa como “Arrumbados sobre el chester”, para prevenir la sensación de pérdida
de tiempo que derrocha este canal de televisión en vez de ofrecer un espacio
informativo de entrevistas que esté al nivel del ciudadano medio, no al que está
acostumbrado este conductor, famoso por sus broncas de estercolero en concursos
que buscan el espectáculo más arrabalero.
Lo más profesional del nuevo espacio de entrevistas de Risto
Mejide fue la promoción previa de la cadena, en la que se dejaba entrever a un
Zapatero supuestamente acogotado por el reconocimiento (constaría en el guión)
del entrevistador de que se sentía traicionado por el expresidente. Quitando el
tuteo, las impertinencias, la falsa agresividad, una sinceridad impostada, desparpajo
ensayado en lo anecdótico y las posturitas y gestos que, al menos, desfilaron
en los primeros minutos que pude soportar, el programa no sólo no acorraló con
preguntas al entrevistado, sino que le permitió lucirse en lo ya conocido,
eludir lo que consideraba inoportuno sin que el conductor ni se diera cuenta y
hasta devolverle algún que otro golpe, como aquel de “Risto, has estado más político
que yo”, que ya es hundirte en lo insustancial.
No cabía esperar otra cosa y seguramente el propósito de Viajando con chester no sea el de competir, aunque coincidan en la
franja horaria, con el Salvados de
Jordi Évole, que multiplicó por tres la audiencia del primero. Pero si como
espacio informativo no tiene ubicación, como programa de entretenimiento es
sumamente aburrido. A mi, al menos, Risto me aburre, especialmente cuando se
disfraza de intelectual.
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