Hace justamente una semana que no me asomo por esta ventana virtual para otear la realidad e intercambiar impresiones y el hedor me echa para atrás. Es la descomposición de sólo unos pocos días, pero su olor es insoportable para cualquiera que posea un olfato sensible. La realidad en nuestro país es fétida cuando se descubre al conocimiento el material con que está elaborada. No aguanta ni una semana.
La primera náusea la produce la peste que desprende saber
que la Guardia Civil se dedica en
Ceuta a tirar con balas de goma al pichón negro que flota en el mar. Querían
señalar una línea imaginaria en el agua, sin ánimo de dar, pero resultan 15 personas ahogadas en una actuación tan benemérita como encomiable en una
policía de fronteras. Los que llegaron con vida a la playa fueron expulsaron
inmediatamente “en caliente” (un sarcasmo decir “caliente” cuando nos referimos
a gente que sale del mar tiritando de frío) a Marruecos, de donde procedían los
inmigrantes. De los muertos no sabemos si los enterramos aquí en fosas anónimas
o también los entregamos a los “moros”. Había una patrullera detrás de la supuesta
línea imaginaria, agentes en la costa, cámaras de visión por infrarrojos para
ver en la oscuridad, un espigón que separa ambos países, una valla alambrada
con espinas metálicas que cortan como cuchillas, una estructura de centros de
acogida a inmigrantes, leyes, jueces, un Estado de derecho y acuerdos
internacionales de colaboración entre países, aparte de la
Cruz Roja , ONG que ayudan a socorrer a
quienes huyen del hambre, la guerra y la miseria, una religión que reza y
protesta contra el aborto de los no-natos y que no se pronuncia contra nacidos
y ahogados por nuestra integridad nacional, pero alguien prefirió no utilizar nada
de este sistema y ordenó reprimir con material antidisturbios, como si de una
manifestación de ciudadanos hastiados de ser empobrecidos se tratara, contra
inmigrantes a nado en medio del mar, indefensos y desarmados, cuyo delito era
pretender entrar a España. Ese “alguien” primero lo niega todo y luego, cuando
las evidencias son abrumadoras, amenaza con querellas criminales contra quienes
injurien y calumnien al benemérito cuerpo de la Guardia Civil por criticar su
actuación. Es decir, este comentario podría acarrearme un juicio. Sin embargo,
todavía están pendientes una investigación que depure responsabilidades y la
“cabeza” de ese responsable que aún pasea orgulloso su triunfo por los pasillos
de la política, dejando un hedor que delata su podredumbre.
Otro “aroma” pestilente de los últimos días proviene de las
Islas Baleares, donde tuvo que acudir la Infanta Cristina de Borbón a prestar declaración como
imputada ante el juez Castro, ya enfrentado al fiscal del caso que “defiende” a
la acusada de tamaño atentado contra su honorabilidad por ser quien es. Allí se
ventilaba, dejando tan mal olor, una trama de corrupción orquestada por el
marido de la hija del rey de España, el espigado y espabilado Iñaki Urdangarín,
para saquear, con la complicidad de varias Administraciones entonces dirigidas
por Jaume Matas y Francisco Camps (ambos también con problemas con la Justicia ) dinero público
a través de una sociedad presuntamente sin ánimo de lucro, el Instituto Nóor, y
la instrumental Aizoon, de cuyas directivas formaba parte tan noble señora. La
defensa de la Infanta
echó por tierra décadas de reivindicación feminista al refugiarse en el
socorrido argumento de que en su casa (mejor dicho, palacete) decidía su marido
y ella se dedicaba a sus “labores”, es decir, a firmar lo que él le pusiera por
delante, confiada y segura como estaba de su amor puro y “empalmado” (como dejó
escrito en un email el susodicho). Y para pedir “préstamos” a su padre el rey
con que pagar los recibos de la hipoteca y tirar para adelante, como hace cualquier
familia con hijos en paro y problemas económicos. No sé, no me acuerdo y no
me consta fueron las respuestas al resto de un interrogatorio de horas del
que el juez sacará sus conclusiones: o la absuelve o la acusa. Toda la
maquinaria estatal y gubernamental, incluyendo al fiscal, está a favor de una
de las disyuntivas. ¿Adivináis cuál? Pues eso es lo que huele de forma tan
nauseabunda.
Claro que comportamientos tan “dignos” no son exclusivos de
la aristocracia. Hay también “líderes” políticos, curtidos a la sombra de la
“lideresa” de Madrid y ¡mira por dónde! condesa, Esperanza Aguirre, como el
engominado Francisco Granados, exsecretario
general de los populares madrileños.
Resulta que escarbando en cuentas en Suiza se ha encontrado un millón y medio
de euros a nombre de este personaje que nunca había declarado a Hacienda,
aunque él, como el citado director de la Guardia Civil , primero niega la
existencia de los hechos para después “recordar” que había abierto una cuenta
cuando todavía no vivía de la política. El olor de una doble mentira se detecta
enseguida porque la cuenta, efectivamente, existía y porque su titular ya era
concejal y luego Alcalde de Valdemoro cuando ordenaba “ingresar” dinero en ella.
El verbo “ingresar” se usa con cautela en vez de “evadir” a expensas de lo que
su correligionario Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, esclarezca al
respecto. Para eso se hizo una amnistía fiscal en este país. Este personaje fue
consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid,
organizó una trama de espionaje a sus compañeros de partido Ignacio González
(actual presidente de la
Comunidad ), Manuel Cobo y Alfredo Prada que acabó siendo
archivada por el juez, y presidió la comisión del tamayazo, caso protagonizado por dos tránsfugas del PSOE que
posibilitaron la investidura de Esperanza Aguirre como presidenta de la Comunidad tras repetir
las elecciones. Tiene innumerables intereses urbanísticos y ha sido señalado en
el caso Gürtel, la trama de
corrupción que afecta e infecta al Partido Popular, aunque no está imputado...,
por el momento. Es decir, Granados sirve de ejemplo de la actitud desprendida y
vocacional del político en quien confiamos con nuestro voto vidas y haciendas,
y que hace que este país, y sobre todo su futuro, huela a podrido.
Tan podrido como el chanchullo del alcalde de Alcázar de San Juan (Ciudad Real),
Diego Ortega, de privatizar el suministro de agua a la población en contra de
la opinión de sus propios vecinos, muchos de los cuales mantuvieron un encierro
de tres días en el Ayuntamiento para que el regidor sometiera a consulta popular
dicha iniciativa. Como si un fuenteovejuna
moderno se tratara, todo el pueblo se enfrenta a la cabezonería del alcalde
para impedir la tropelía, esta vez económica, de traspasar a la gestión privada
un servicio público que, en aras de una “sostenibilidad” que lo haga rentable,
se verá afectado por los consiguientes encarecimientos en los recibos. Y, si
no, al tiempo. Continúa, pues, ese afán “liberal” por privatizar servicios básicos
que son financiados gracias a impuestos que, en teoría, pagamos todos. Todos
los que dependemos de una nómina, al menos, y no tenemos cuentas en Suiza. A
los encerrados se les impidió cualquier avituallamiento para doblegar su
voluntad y no se tuvieron en cuenta las miles de firmas recogidas en la
localidad a favor del referendo. La decisión estaba tomada porque así está
inscrita en el modelo de gobierno de la formación política que asume el poder
en los ayuntamientos que controla. Autoritarismo, desprecio a la opinión de los
ciudadanos, entregar a la gestión privada los servicios públicos más
“rentables” y precarizar los que queden en manos públicas para que los usuarios
se vean obligados a optar por alternativas de iniciativa privada, y
mercantilizar la política en beneficio de una élite que monopoliza, a través de
puertas giratorias perfectamente permeables, todos los resortes económicos,
financieros, políticos y sociales de la colectividad. Así es una ideología que
permite “nacionalizar” las pérdidas millonarias de los bancos, pero no puede
atender prestaciones públicas porque vuelven insostenibles los gastos del
Estado. El hedor que destila ese empeño en “adelgazar” las administraciones desde
las que se proveen servicios básicos a
los ciudadanos, y que corrigen desigualdades, se está volviendo irrespirable, dado
el empobrecimiento al que condena (desde la del Estado y autonómicas hasta las
locales o municipales) a la mayor parte de la población. Súmense todos los
“ahogamientos” provocados y nos haremos una idea de lo que están consiguiendo:
medicamentos, pensiones, funcionarios, sueldos, ayudas a la dependencia,
subidas de impuestos, prestaciones por desempleo, copago sanitario, reducción
de becas, incrementos en tasas y facturas eléctricas, cierre de centros de
salud, privatización de hospitales y, ahora, ayuntamientos que entregan a
empresas privadas los servicios públicos que debían prestar, etc. La peste de esta
rapiña nos tiene adormecidos en una parálisis mortal.
Y eso sin enumerar retrocesos en derechos y libertades
individuales, como suponen la contrarreforma del aborto y la propuesta de ley
de manifestaciones, además de los sablazos que supuestamente se proponen para
luchar contra la piratería en Internet pero que sirven para recaudar por enlaces
a contenidos ajenos, más la vergüenza de un ministro que huye de la ceremonia
más importante del sector del que es responsable. Todo ello conforma una
atmósfera viciada y contaminante que, en sólo una semana, me hace vomitar de
asco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario