Ha causado gran expectación entre los profanos amantes de la Astronomía la noticia de que científicos de EE UU y Europa han hallado indicios de vida en el vecino planeta Venus. Leída así, tal parece que la noticia trata sobre huellas de improbables venusianos que habitaran un planeta que resulta totalmente inhóspito para los terráqueos. Hay que señalar que ese planeta, de un tamaño similar al de la Tierra pero en una órbita más cercana al Sol, es lo más parecido al infierno. Su temperatura sobre la superficie es de más de 400 º C y la presión atmosférica es la que mediríamos a 1.600 metros bajo el mar. Su atmósfera está compuesta por gases tóxicos, entre los que predomina el ácido sulfúrico. Allí moriríamos antes de llegar.
Pero no, la información se refiere a la detección en capas
altas de la atmósfera de Venus de gas fosfano, un derivado maloliente del fósforo
(trihidruro de fósforo, PH3), en cantidades que sólo podrían
explicarse, de momento, por la actividad de ciertos microbios que viven en
ambientes anaerobios, sin oxígeno. Y subrayamos “de momento” porque aún se ignora
si existen otros mecanismos para producir este gas de forma geoquímica o fotoquímica
en tales cantidades. Y es que la cantidad de fosfano rastreada es 10.000 veces
más alta que la que podría producirse por reacciones abióticas, no biológicas, que
los científicos descartan por improbables, dados nuestros conocimientos
actuales. En esas capas altas, a unos 50 kilómetros de altura de la superficie,
en las que la temperatura es de unos 20 º C y la presión similar a la de la
Tierra, es donde se ha detectado la presencia de moléculas de fosfano en una
concentración de 20 partes por mil millones, cuando en nuestra atmósfera es de una
parte entre 10 billones. ¿Eso significa la existencia de vida en Venus? De
ninguna manera, pero abre líneas de investigación al respecto.
En cualquier caso, proceda de donde proceda, la presencia de
ese gas, considerado un marcador de la vida, supone un dato relevante en la
búsqueda de la vida fuera de nuestro mundo, por muy remota que sea la
posibilidad. Y lo más fascinante, que no hay que descartar nada por hostil que
nos parezca el planeta en comparación con las condiciones de la Tierra. Venus,
que hasta ahora se había quedado fuera de la investigación astronáutica,
recupera con este hallazgo el interés de la curiosidad científica. Y es que la vida,
en iniciales estadios microbianos, puede surgir donde no la imaginábamos. Como
Venus.
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