Los psicólogos (por no decir los psiquiatras) conocen y aconsejan, en situaciones de conflicto, rebajar la tensión gracias al humor y la evasión emocional del foco del problema. Es una forma de soltar “lastre” para aliviar un peso que nos aplasta y nos impide actuar con la debida templanza y lucidez. Casi como una terapia que, durante un tiempo, nos libera del nudo que creemos tener alrededor del cuello.
Precisamente en estos tiempos en que el futuro parece estar
vedado y cualquier esperanza parte de la renuncia de lo logrado, es decir, de
anunciar un empeoramiento de las condiciones de vida, es cuando hay que
aligerar tensiones y tomárselo con humor. De lo contrario, estaríamos
condenados a un progresivo avinagramiento del carácter que nos hurtaría del
disfrute de lo poco que aún nos es posible: reírnos de nuestras penalidades y
de nuestra sombra. Evitaríamos, así, caer en un pesimismo vital en el que
acabaríamos sopesando las únicas alternativas que la situación engendra: el
suicidio o la revolución. Y como ambas son sumamente peligrosas para quien no
está dispuesto a jugarse el pellejo por una pensión encogida, un trabajo de
mierda y un salario de beneficencia, lo más aconsejable es, en aras de nuestra
salud, no dar satisfacción a quienes se empeñan en amargarnos la vida con
tantos recortes y retrocesos sociales, y esbozar una sonrisa burlona ante la
adversidad.
Tal es el propósito de Noticias
del mundo, una publicación satírica y de humor que pretende que pasemos
risueños el tiempo que permanezcamos en el baño, único lugar donde los micrófonos
de la CIA sólo
registran sonidos indescifrables. Reconozco que me hallaba predispuesto a celebrar
una revista tan irreverente, pues me recuerda a la antigua Veneno que hace 30 años editábamos en el hospital, dedicada también
a responder con ironía la realidad humana y laboral de aquel ambiente
alcanforado y enfermizo.
Y es que, justo cuando más nos aprisiona una realidad espesa
y llena de incertidumbres, es cuando podemos apreciar esos instantes de asilvestrada
libertad que nos procura el humor satírico e insolente. Además, esta publicación
viene a dar forma mediática a una inevitable reacción de la población: si el
Poder banaliza los derechos y necesidades de los ciudadanos, estos se
cuchufletan de toda su estampa. No querrá, encima, que le hagamos reverencia. ¡Hay
que reírse antes que una reforma estructural lo impida, amigo!
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