lunes, 1 de julio de 2013
Paisajes de Julio
Julio se instala en este erial en compañía de un
viento de levante, seco y raudo, que sacude con latigazos de fuego la piel
del verano desde el primer día. Vaharadas de calor agitan el aire sobre superficies calcinadas por
un sol implacable e inclemente que castiga a una tierra que arde. Es la
temporada infernal que tanto gusta a los demonios sudorosos y sedientos que
ennegrecen su piel con el color de sus almas y refrescan sus conciencias y
el aliento confundidos entre las aglomeraciones que se disputan la orilla del mar, el frescor de las fuentes o las
brisas nocturnas. Si no fuera porque también es tiempo para huir hacia ninguna
parte, el sofoco acabaría ahogando la esperanza, cualquier vestigio de esperanza
de un clima menos irredento. Hoy abrimos la puerta de julio para adentramos en un paisaje yermo.
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