lunes, 1 de febrero de 2010

Mala conciencia

Haití ha puesto de relieve la extrema vulnerabilidad de la miseria. Las catástrofes naturales golpean con especial saña a los débiles -países o personas-, multiplicando su acción desvastadora. Las injusticias internacionales obligan así a pagar doblemente a quienes ya de por sí pagan un alto precio por su pobreza. La mala conciencia de los afortunados les mueve a socorrer con ayudas lo que la equidad en la economía, el comercio o la política no han querido evitar. Y entonces corren para ejercer una caridad que jamás solucionará el problema de tanta injusticia. El sometido -país o persona- se encuentra a merced de una autoridad que mantiene la situación para reafirmarse en el poder, cualquier poder. Por lo que, pasados los momentos de atención mediática, el olvido volverá recaer como una losa impermeable a la denuncia sobre el país o la persona damnificados y solos, solos con su miserable condición. Otra catástrofe o conflicto los sustituirá y serán otras las víctiumas las que volverán a despertar las malas conciencias. ¿Hasta cuándo?

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