A quienes celebran la Navidad, a los que festejan el equinoccio de
invierno, a los que aprovechan la oportunidad de pasar una noche reunidos con los
parientes o los amigos, a los que siguen la tradición o la denostan, a quienes
pasan de fastos y gastos, a los supersticiosos y a los descreídos, a todos,
piensen lo que piensen y estén donde estén y con quienes estén, solos o
acompañados, tristes o contentos, que pasen unas gratas fiestas y disfruten,
independientemente de la excusa, de una ocasión para ser felices, intentarlo o
aparentarlo en compañía de quienes se sientan a la mesa, con la charla de unos
y el recuerdo de otros. Al fin y al cabo, lo que celebramos es poder hacerlo en
paz, tolerancia y libertad, dejando de lado nuestras diferencias y nuestras anteojeras
religiosas o profanas, y aferrarnos a una vida que nos ofrece estos ratos de
pasarlo bien o pasarlo mal, de nosotros depende. Que por mí no quede: brindo
por ustedes.
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