lunes, 25 de noviembre de 2013

Una actualidad movidita


En los últimos días han sucedido muchos hechos susceptibles de ser glosados por cualquier comentarista de la actualidad. Todos interesantes e importantes. Y a todos los niveles. Andalucía, España, Europa, Oriente Medio o el mundo son los ámbitos referenciales donde se generan estos acontecimientos capitales para los intereses nacionales.

El más cercano e inmediato es el Congreso del PSOE andaluz, celebrado en Granada este fin de semana, que ofreció votaciones “a la búlgara”, en el que todo fueron parabienes para el aparato elegido y su nueva líder regional, Susana Díaz, con más del 90 por ciento de aprobación. Produce vergüenza semejante unanimidad corporativa a la hora de refrendar personas y políticas, sin apenas contestación por parte de unos congresistas que ya habían consensuado entre bambalinas los asuntos sometidos a votación. Eso no es democracia interna, sino dirigismo férreo por quien se jacta de  saber manejar “los hilos” de los congresos socialistas, en los que cada “familia” espera conseguir su cuota de poder orgánico. Tampoco es nada nuevo: ya Alfonso Guerra también advertía en sus tiempos que “quien se mueva no sale en la foto”. A ver ahora cómo la “renovación” encara el pedregoso camino hacia la recuperación de su electorado y vuelve a recibir la confianza de los ciudadanos ante las citas con las urnas de los próximos años. Entonces es cuando se validan todas las estrategias.

También el Partido Popular tiene en Andalucía un reto peliagudo: designar la cara de su próximo cartel electoral ante la renuncia de un presidente regional que siempre asumió el cargo en funciones. Juan Ignacio Zoido sabe que si tiene algún crédito electoral es en Sevilla, donde conquistó la Alcaldía por derecho propio y errores ajenos, justos los motivos por los que es rechazado en el resto de la comunidad. No es que no desee ser candidato a la Presidencia de la Junta de Andalucía, sino que no está en condiciones de poder disputar la contienda con suficientes posibilidades de éxito debido a su marcado tufo sevillano. Hay otros aspirantes tomando posiciones ante la secretaria general, Dolores de Cospedal, que decide cuándo y quién será el bendecido por el dedo de la organización. Otro ejemplo de “democracia interna” partidista.

Otro frente que sigue abierto como una herida purulenta en el Partido Popular, este a nivel nacional, es el de la financiación irregular que el juez Ruz indaga con el caso Bárcenas. Tras analizar las cuentas de las obras acometidas en la sede del partido, se desprende una contabilidad “b” continua en el tiempo, en la que están supuestamente involucrados empresarios que obtuvieron adjudicaciones de la Administración. Un feo asunto que lastra progresivamente la credibilidad del partido que gobierna España y deja en evidencia a quienes se daban golpes de pecho por la  transparencia de su formación y la honestidad de sus dirigentes. Ya hay hasta constancia de mentiras en sede parlamentaria y durante ruedas de prensa.

Al mismo tiempo que se conocen estos fraudes y chanchullos en el partido con responsabilidad de gobierno, manifestaciones multitudinarias se extendieron por todo el país contra los recortes y las privatizaciones que ha impulsado el Gobierno de Mariano Rajoy como única “receta” posible para combatir la crisis económica. Prácticamente ningún sector productivo está contento con las medidas adoptadas. El personal sanitario está harto de convocar marchas “blancas” contra los recortes salariales, las agresiones al sector público y las privatizaciones de hospitales. Lo mismo sucede con el profesorado, el alumnado y los padres de alumnos que claman por mantener una enseñanza pública de calidad, sin sectarismos ni precariedad, desde la primaria hasta la Universidad. Ningún trabajador, cualquiera que sea el sector en que desarrolla su actividad, está conforme con una “reforma” laboral que, aparte de entregar todo el poder al empresario, ha supuesto la eliminación de derechos laborales conquistados a base de lucha y sacrificios. Incluso los pensionistas ven cómo se “mete mano” en sus pensiones, se endurecen las condiciones para cobrar una pensión, atrasando la edad de jubilación y ampliando el cómputo de años para su cálculo, y se condena a perder poder adquisitivo al garantizar sólo una subida anual del 0,25 por ciento que no contrarresta el incremento del coste de la vida. Causa perplejidad tan elevado número de colectivos disconformes con el Gobierno porque, si ellos no fueron, ¿quién votó entonces al PP?

Las perspectivas del próximo año no son más halagüeñas. Bruselas acaba de señalar que hay que apretarse aún más el cinturón en España. Le parecen pocos los sacrificios que los ciudadanos han realizando hasta ahora. El empobrecimiento general de la población y el desmantelamiento del Estado del Bienestar no son suficientes. Quiere que se dedique aún menos dinero a políticas sociales y de solidaridad. Quiere al trabajador más expuesto frente a un mercado sin piedad. Y el Gobierno se apresura a responder con la promesa de nuevas “reformas” laborales que, no hay que ser un lince para adivinarlas, supondrán menos prestaciones por desempleo, más abaratamiento para el despido y más libertad para que el empresario maneje a su antojo los criterios de contratación laboral.

Pero para que alberguemos alguna remota esperanza en superar esta situación, las Loterías del Estado difunden un anuncio pastelero para promocionar la lotería de Navidad. Da grima ver a Raphael parodiarse a sí mismo, exhibiendo dentadura postiza, para parecer más tierno que la momia de Tutankamón o la expresión de pánico en los ojos de Monserrat Caballé, que no se cree lo que está haciendo. Tanta caspa y cutrerío en un spot hacía tiempo que no se contemplaba. Y es que todo, hasta la publicidad, retrocede a épocas grises en que se carecía de libertad hasta para ver la televisión.

Y mientras hoy se conmemora el Día Internacional Contra la Violencia de Género, para ver si tomamos conciencia de que, en este país de nuestras penas, el machismo sigue matando mujeres que considera de su propiedad, el Gobierno instala cuchillas en la valla de Ceuta y Melilla para impedir la invasión de inmigrantes. Dice que son disuasorias, como si la posibilidad de morir impidiera huir de la muerte. La gente se mata por escapar de un infierno, por lo que, si de verdad desea disuadir efectivamente a esos infelices que buscan en Europa un sueño frente a la miseria, mejor que pongan un campo de minas entre las dos vallas de la frontera. Una bomba y una cuchilla demuestran la misma falta de ética y respeto a la dignidad humana. Diga lo que diga el Gobierno y su ministro de Interior

Menos mal que a veces no todo reluce tan negro. La amenaza nuclear de Irán parece estar resolviéndose con la zanahoria del diálogo (y el palo de las sanciones económicas) entre las potencias negociadoras con Teherán. Se reconducen las relaciones del país de los ayatolás con Occidente y se encauza el problema del programa nuclear iraní, que despertaba el temor de que escondiera una finalidad militar más que energética. Claro que los israelíes, egipcios y saudíes recelan del acuerdo. Recelan por la consideración como potencia regional que acapara Irán para sentarse a negociar con Estados Unidos, China, Rusia, Reino Unido, Francia y Alemania y alcanzar un acuerdo que satisface sus intereses económicos y políticos. Tanto Israel como las otras naciones árabes ven empequeñecer su capacidad de influencia en la zona ante un Irán que vuelve al redil de la geopolítica internacional, además de continuar con su liderazgo religioso entre los chiíes.  No se elimina el riesgo de una proliferación de armas nucleares en el futuro, como las que posee Israel desde finales de los años sesenta, pero al menos lo amortigua de momento. Algo es algo.

Como algo es lo alcanzado, por raquítico que sea, en la cumbre climática de Varsovia. Pero de ello hablaremos en otra ocasión. 

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