A veces, imprevistamente, los pensamientos nos dejan inermes
en la fragilidad del cuerpo y se alejan escaleras arriba hacia el cielo, como si
huyeran y buscaran romper la relación que guardan con quien los sustancia en el
cerebro. No se acierta a distinguir en esos trances dónde reside la voluntad, si
en ellos o en el organismo que dejan medio dormido en momentos de absoluta
trascendencia, pero te das cuenta de que escapan en busca de lo que nos apesadumbra
o nos relaja hasta el éxtasis: un recuerdo, un lugar, un sentimiento, un dolor,
una sonrisa o una canción.
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